Después de que el presidente José Raúl Mulino anunciara que enviaría una carta a Francisco Smith, secretario general del Sindicato de Trabajadores de la Industria Bananera (Sitraibana), para intentar destrabar la crisis en Bocas, de Toro, las vías en Changuinola comenzaron a abrirse de manera intermitente. Allí, los manifestantes permiten el paso de 6:00 a.m. a 9:00 a.m. y, en la tarde, de 4:00 p.m. a 7:00 p.m. Esa franja horaria, aunque limitada, ha dado un respiro parcial a ciudadanos, transportistas y comerciantes.
Pero 67 kilómetros al sureste, en Chiriquí Grande, el pulso de la crisis social late con otra intensidad. Aquí la tensión no tiene horario. Desde El Valle, primer punto de cierre en dirección a la cordillera Central, hasta Quebrada Pastor, la carretera nacional se fragmenta en al menos doce bloqueos. A cargo de cada uno están grupos de educadores, obreros de la construcción y líderes comunitarios de la etnia Ngäbe-Buglé, seguidores de la Mamatata, la autoridad espiritual que guía buena parte de la vida colectiva en la comarca.

A diferencia de Changuinola, en Chiriquí Grande no existe un cronograma predecible. Cada punto decide abrir o cerrar la vía según las decisiones de sus propios dirigentes o coordinadores. Ayer martes 10 de junio, por ejemplo, la carretera se liberó por dos horas en la tarde: entre el mediodía y las dos de la tarde. Según relatan los residentes de la zona, se trata de una estrategia de presión: no exigen únicamente la restitución de derechos laborales, como hace Sitraibana en Changuinola, que pide que se reviertan los efectos de la Ley 45, sino que demandan la derogación total de la Ley 462, que reformó la seguridad social del país.

Algunos analistas locales consultados para esta noticia, que pidieron mantener su nombre en reserva, coinciden en un punto: el Gobierno asume que sentarse a negociar con Francisco Smith resolverá todos los bloqueos en Bocas del Toro. Pero advierten que en Chiriquí Grande están los grupos con un liderazgo incluso más radical a la hora de reclamar.
Las horas en que las vías se desbloquearon
Sin embargo, el pasado lunes, la realidad cambió. Todas las vías cerradas fueron abiertas entre las 12:00 mediodía y las 3:00 p.m. para darle paso a Smith, quien, junto a su comitiva, viajaba a la capital para reunirse con diputados de la Asamblea.
“Al sindicalista bananero se le dio paso exclusivo durante su viaje a la ciudad capital, junto a otros dirigentes (...)”, reportó Chiriquí Grande Noticias, medio digital que añadió que, luego del paso del bus que transportaba a los sindicalistas, “todos los puntos de cierre volvieron a ser bloqueados de manera indefinida”.

Sobre el distrito
En Chiriquí Grande viven 12,495 personas, según el censo de 2023. El distrito lo conforman seis corregimientos: Bajo Cedro, Chiriquí Grande, Miramar, Punta Peña, Punta Róbalo y Rambala.
A pesar de su riqueza natural y su importancia como punto de conexión entre la costa y la cordillera, la zona sigue al margen de las decisiones nacionales. Según el Mapa de Pobreza y Desigualdad del Ministerio de Economía y Finanzas, en 2017 más de la mitad de la población vivía en condiciones de pobreza.
El censo de 2023 revela que en las 4,513 viviendas particulares habitan, en promedio, 4.4 personas. De los jóvenes entre 4 y 24 años, el 68.9% forma parte del sistema educativo.
En cada cierre improvisado, los pobladores recuerdan que el problema va más allá de una reforma legal. Para muchos, es la historia de una deuda pendiente con las comunidades indígenas y campesinas de la provincia. Una deuda que, por ahora, ni las cartas ni las mesas de diálogo parecen dispuestas a saldar.