Durante cinco horas, los salones y pasillos de la Asamblea Nacional se convirtieron en una olla de presión política. Afuera, los rumores crecían. Adentro, las maniobras se intensificaban. La candidata oficialista Shirley Castañedas no conseguía los votos. Los diputados hablaban de “matraqueo” sin disimulo, mientras la sesión inaugural del nuevo periodo legislativo se retrasaba. Fue una votación de infarto. Y el desenlace, para muchos, fue histórico.
Pasada la 1:14 p. m., con 37 votos a favor y 34 en contra, Jorge Herrera, del Partido Panameñista, fue elegido presidente de la Asamblea. La derrota de Castañeda, respaldada por el partido Realizando Metas (RM) y el Partido Revolucionario Democrático (PRD), entre otros, marca el primer gran revés para el expresidente Ricardo Martinelli, asilado en Colombia, pero activo en la política panameña con la influencia directa sobre su bancada a través de Castañedas, su abogada personal.

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“Hemos sido testigos de la larga agonía de la derrota”, dijo el periodista de La Prensa Juan Luis Batista, para describir la jornada política del 1 de julio de 2025. Castañeda, quien daba por hecho su triunfo, vio esfumarse su sueño de alcanzar la máxima silla del poder Legislativo.
Incluso, estaba vestida para ganar: pantalón blanco, chaqueta con vuelo a juego y un peinado calculado al milímetro. Cada gesto, cada prenda, hablaba de certeza. Pero el poder se le escurrió frente a todos. Perdió.

La operación política que no alcanzó
Desde temprano, la alianza opositora advertía que Castañeda no tenía los votos. Al otro lado, los diputados de Realizando Metas hablaban de un triunfo asegurado. Era una jugada que se construía voto a voto, con el desenlace aún en el aire.
Lo que siguió fue una jornada de negociaciones frenéticas, marcada incluso por la visita de la diputada al Palacio de las Garzas, sede de la presidencia de la República. En la Asamblea, varios diputados interpretaron el gesto como un intento de Castañeda por conseguir que el presidente José Raúl Mulino presionara a su favor.

Mulino llegó al poder con los votos heredados de Ricardo Martinelli, fundador de Realizando Metas. Durante la jornada, varios diputados afirmaron que asesores del presidente hicieron llamadas para convencerlos de votar por la diputada de Arraiján.
A última hora, José Muñoz, presidente del partido Alianza, ordenó a la bancada mixta votar por Castañedas, pero no logró doblegar a Eliécer Castrellón, miembro de esa bancada, quien apoyó a Herrera, y más adelante se convirtió en el segundo vicepresidente del Legislativo. El primero es Eduardo Vásquez, de Cambio Democrático.

Votaron por Herrera los 18 diputados de la coalición Vamos, cinco de Cambio Democrático, ocho del Partido Panameñista, cuatro de Seguimos (tres del Movimiento Otro Camino y Betserai Richards), además de Castrellón y Patsy Lee, del Partido Popular. El bloque opositor logró lo que parecía improbable: imponerse en la elección más tensa de los últimos años.
El diputado de Cambio Democrático, Carlos Tito Afú, comparó el episodio vivido este 1 de julio con aquel de Haydée Milanés de Lay, ocurrido en 1999.
La historia es conocida en los círculos políticos panameños. Milanés, una vez relató que el 31 de agosto de 1999, la entonces diputada Balbina Herrera, entonces una de las figuras más influyentes del PRD, le ofreció dinero y la presidencia de la Asamblea a cambio de su apoyo. Milanés, que ya se había comprometido con la presidenta de la época Mireya Moscoso, rechazó la oferta. Aun así, al día siguiente, el PRD la postuló y la sesión empezó con un retraso de cuatro horas, en medio de forcejeos políticos similares a los vividos este 1 de julio de 2025.

Discursos cruzados
Durante la elección de Herrera, el pleno fue escenario de discursos encendidos. Ernesto Cedeño, del Movimiento Otro Camino, defendió su voto alegando que quería evitar influencias extranjeras: “Voto para que la Asamblea no tenga ninguna influencia desde Colombia”, dijo en alusión directa a Martinelli.
Jonathan Vega, de Vamos, arremetió contra el PRD. Recordó que durante su gestión “se repartieron 178 millones de dólares en becas brujas”. Acusó a sus colegas de ser “descarados e incongruentes” y les lanzó una lista de reproches: haber aprobado el contrato minero, endeudar al país y protegerse entre ellos.

Luis Duque, también de Vamos, se sumó a las críticas: “En esta Asamblea no puede prevalecer el telefonazo”, en clara alusión a presiones del Ejecutivo y de figuras externas.
Desde el lado oficialista, el veterano Benicio Robinson, presidente del PRD, fustigó a Vamos por su alianza con el panameñismo. “Sabemos quiénes son...”, dijo, antes de exigir respeto al pleno.
Alexandra Brenes, advirtió a Herrera que lo fiscalizará. Yamireliz Chong también prometió que lo vigilará.
Las palabras de Herrera
Al asumir el cargo, Jorge Herrera ofreció un discurso extenso, cargado de simbolismo y promesas. Agradeció a su familia y al diputado Eduardo Vázquez, a quien reconoció como pieza clave para su elección. Nombró a colegas por su “desprendimiento” y se refirió a su victoria como el resultado de un “consenso amplio”.
“Este triunfo es colectivo, con un compromiso de anteponer el amor a la patria. Es posible construir puentes de entendimiento que nos permitan trabajar por mejores días para Panamá”, afirmó Herrera.

Herrera recordó su trayectoria, marcada por una ascensión desde los niveles más humildes del servicio público. “Fui recolector de basura, mensajero, chofer, recaudador de impuestos… tres veces alcalde de Aguadulce, dos veces diputado. Esto me ha permitido conocer de cerca las realidades de nuestro pueblo”.
Aseguró que impulsará una Asamblea “más moderna, transparente y cercana a la comunidad”, y se comprometió a revisar el reglamento interno, eliminar “botellas”, digitalizar procesos y activar una Junta Directiva Ampliada para definir metas mensuales, priorizando empleo, agua y lucha contra la corrupción.
Lo que está en juego
La elección de Herrera pone a prueba el equilibrio de poderes entre el Legislativo y el Ejecutivo en al inicio del segundo año de gobierno de Mulino. Representa también un nuevo intento de la oposición por contener el alcance político de Martinelli y su estructura.
Para analistas consultados, el resultado del 1 de julio no solo define la dinámica interna de la Asamblea, simboliza un revés para Martinelli y envía una señal directa al presidente Mulino.
Por ahora, la oposición celebra una victoria inesperada. Pero el verdadero desafío apenas comienza: gobernar una Asamblea fragmentada y marcada por acusaciones de corrupción, mientras enfrenta la mirada crítica de un país polarizado y en tensión tras la aprobación, en marzo, de la Ley 462 que reformó la seguridad social.
