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Entre alambres, vuelos y repatriaciones: la radiografía del ‘cierre de Darién’ promovido por Mulino y Estados Unidos

Entre alambres, vuelos y repatriaciones: la radiografía del ‘cierre de Darién’ promovido por Mulino y Estados Unidos
Fotografía de archivo que muestra a migrantes haitianos en su camino hacia Panamá por el Tapón del Darién en Acandi (Colombia). EFE.

El planteamiento “la nueva frontera de Estados Unidos está en Darién”, hecho por el presidente de la República, José Raúl Mulino, surtió efecto. Incluso, así lo reconoció el embajador de Estados Unidos de América (EUA) en Panamá, Kevin Marino Cabrera, el 22 de mayo de 2025, aunque atribuyó el protagonismo de lo sucedido al presidente de su país, Donald Trump.

La estrategia para frenar el flujo migratorio desde el sur empezó a gestarse desde antes de la llegada de Trump.

El 1 de julio de 2024, día de la toma de posesión de Mulino como presidente, se firmó un memorándum de entendimiento con el exsecretario de Seguridad Interior (Homeland Security, en inglés) estadounidense, Alejandro Mayorkas, para “apoyar a Panamá” en la gestión del tránsito de migrantes en Darién, el mismo documento que luego sería ampliado para la implementación de vuelos de repatriación de migrantes.

Días después, imágenes de cercas con alambres de púas instaladas por el gobierno panameño en Darién, frontera natural con Colombia, recorrieron el mundo. El gobierno panameño señaló en aquella ocasión que el objetivo era canalizar el flujo migratorio desde América del Sur hacia el Norte en puntos de cruce controlados.

Entre alambres, vuelos y repatriaciones: la radiografía del ‘cierre de Darién’ promovido por Mulino y Estados Unidos
Al menos 4,7 kilómetros, donde había cinco pasos usados por los migrantes en el Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, fueron 'cercados' por la policía fronteriza panameña para "canalizar" el flujo de los transeúntes que cruzan esa peligrosa selva en su camino hacia Estados Unidos. EFE

La noticia corrió como pólvora y rápidamente las estadísticas del Servicio Nacional de Migración (SNM) darían constancia de su efecto, con la reducción en el tránsito de personas por la selva darienita.

De 55,357 personas que cruzaron la selva en julio de 2023, hubo un descenso a 20,519 en el mismo mes en 2024.

En agosto, Mulino se comprometió con su entonces homólogo estadounidense, Joe Biden, a implementar el memorándum de entendimiento para vuelos de repatriación de migrantes que llegaban por Darién.

Estados Unidos proveería el dinero para las repatriaciones, en primera instancia, $6 millones. Para el mes de octubre de 2024, ya se habían financiado 19 vuelos de repatriación y cuatro pasajes en vuelos comerciales, de acuerdo con un informe de la embajada estadounidense en Panamá, que este mes confirmó que la logística terminó costando $14 millones.

Las estadísticas del SNM agregan más dramatismo al declive en la ruta migratoria: para noviembre se registró el cruce de 11,144 personas, un 70% menos que lo reportado en el mismo mes de 2023.

A pesar que los números empezaban a bajar, el drama humano de cientos de migrantes no lo haría. De hecho, sus historias volverían a darle la vuelta al mundo con la llegada de Trump a la Casa Blanca.

Trump asume la presidencia

Durante su campaña electoral, Trump anunció que frenar la inmigración irregular sería un tema prioritario en su agenda y aseguró que aumentaría las deportaciones desde Estados Unidos. Al asumir su cargo el 20 de enero de 2025, encontraría en Panamá el terreno allanado por Mulino.

En la escena internacional, el 25 de septiembre de 2024, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en un discurso marcado por el tema migratorio, mandó el mensaje: “Señor Presidente: en Panamá hoy está la nueva frontera de los Estados Unidos, porque por el Darién pasan los que buscan, aquí en este país, una mejor vida”. Dos meses después, el 14 de noviembre, durante su rueda de prensa semanal, le recordó a la nación del norte que “la otra frontera de Estados Unidos está en Darién”.

En diciembre, Trump empezó a presionar al istmo señalando, falsamente, que ciudadanos de China tenían control de las operaciones del Canal de Panamá, y advirtiendo que Estados Unidos volvería a manejar la vía interoceánica. Un reflejo de su política antimigratoria, que, paradójicamente, dos meses después derivaría en la deportación de centenares de asiáticos hacia Panamá.

Su presión tuvo efecto tras una visita del secretario de Estado, Marco Rubio, a Panamá, el 2 de febrero de 2025. Allí se anunció la ampliación de los vuelos de repatriación, que incluirían desde ese momento a asiáticos y africanos deportados desde Estados Unidos. En aquella ocasión, Mulino también ofreció el aeropuerto de Metetí, en Darién, para llevar a cabo las deportaciones.

El hotel Decápolis, en la ciudad de Panamá, fue testigo del drama humano que se desencadenaría desde el 18 de febrero de 2025, cuando decenas de migrantes llegaron en vuelos de repatriación desde EUA. El Ministerio de Seguridad Pública de Panamá se encargó de la supervisión de los deportados, que luego serían trasladados a un albergue en la comunidad de San Vicente, en Darién.

Entre alambres, vuelos y repatriaciones: la radiografía del ‘cierre de Darién’ promovido por Mulino y Estados Unidos
Migrantes deportados de los Estados Unidos en el Hotel Decapolis. LP/Elysée Fernández

La entidad aseguró que las personas no serían forzadas a dejar el país en contra de su voluntad, por lo que se emitieron permisos de estancia temporal, y fueron luego dejados sin custodia en el sector de Albrook. La última renovación de esos permisos se dio en el pasado mes de abril, cuando algunos de los deportados con nacionalidades africanas y asiáticas se mantenían en el albergue Fe y Alegría.

Se quedaron con pocas opciones: regresar a sus países de origen o moverse a otros países de América Latina que permitieran su ingreso. En Panamá, lo único seguro al momento es la incertidumbre y la efectividad de una política que impulsaron Trump y Mulino.

En febrero de 2025, el SNM registró el tránsito de 408 personas por Darién; en marzo, 194; en abril, 73; y a mediados de mayo, ninguna.

La frontera en Darién…

Esta semana, el jueves 22 de mayo, el embajador de EUA en Panamá efectuó un recorrido por puntos que otrora fueron de acogida de migrantes en Darién, acompañado del ministro de Seguridad panameño, Frank Ábrego. Allí aseguró que “gracias al liderazgo de Trump y a la colaboración de Panamá, Darién estaba cerrado”, haciendo alusión a aquel planteamiento que hizo Mulino desde su llegada a la Presidencia.

El recorrido terminó con la inauguración de un centro de mantenimiento de vehículos en Metetí, financiado por Estados Unidos. También entregaron botes, motores, oficinas modulares, vehículos y equipos, que aseguraron servirían para combatir el flujo de inmigración irregular y redes criminales transnacionales.

Las estadísticas ya no reflejan la crisis, pero de las miles y miles de personas que transitaron por Darién prevalecerán las dramáticas historias que no solo fueron plasmadas en tinta y caracteres digitales por medios de comunicación de todo el mundo, sino que fueron recogidos por la organización internacional Human Rights Watch, una de las principales críticas a la cooperación entre Estados Unidos y Panamá, en un informe titulado: “A nadie le importó, nadie nos escuchó: Expulsión de ciudadanos de terceros países desde Estados Unidos a Panamá”.

Allí, la organización señala a Estados Unidos “por vulnerar el debido proceso y el derecho a solicitar asilo”, y a Panamá, a quién apunta como “cómplice” por aceptar a los deportados sin garantizarles un proceso de asilo justo.


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