El silencio en las calles de isla Colón lo dice todo: comercios vacíos y turistas ausentes.
“Esto se siente como la pandemia otra vez”, confiesa Marcela Salinas, residente de Big Creek, a pocos minutos del centro del pueblo. Desde hace más de un mes, la provincia de Bocas del Toro vive una crisis social y económica provocada por bloqueos de carreteras y la huelga bananera en protesta por la Ley 462, que reformó el sistema de seguridad social.
Marcela, quien llegó a isla Colón hace cinco años junto a su esposo y sus tres hijas, describe un escenario desolador: “El turismo está demasiado bajo. Normalmente mayo es un mes flojo, pero con esta crisis está por el suelo. Junio y julio suelen ser mejores, pero con la situación como está, no hay nada”, lamenta.
La crisis ha paralizado el transporte de mercancías. “La semana pasada, por ejemplo, no llegó nada durante cinco días. Y lo que más escasea es leche, gas, huevos… lo básico”, relata.

Comercios al borde de la quiebra
El impacto económico es devastador. Según la Cámara de Turismo de Bocas del Toro, la economía local depende casi exclusivamente de los visitantes. “Casi todos los hogares dependen, directa o indirectamente, de los turistas para sobrevivir”, advierten.
La organización denuncia que familias y negocios locales están al borde de la quiebra. “Hemos recortado gastos, agotado ahorros y priorizado a nuestros trabajadores. Pero ya no podemos cubrir ni siquiera los gastos básicos de funcionamiento”, señalan en una carta abierta al Gobierno Nacional.
El sindicato bananero, uno de los grupos más beligerantes, sostiene que la Ley 462 interfiere con la Ley 45, que regula su sector. Por eso mantienen cerradas calles y carreteras en toda la provincia, medida que obstaculiza el acceso a la isla y a servicios esenciales como salud y alimentación.
“Me da miedo tener una emergencia. Antes, viajaba de isla Colón a David, Chiriquí, sin problema. Allá están los buenos médicos y las cosas de mejor calidad. Ahora no puedo salir. Ni siquiera hay vuelos directos”, explica Marcela, preocupada por la seguridad de sus hijas de 12, 10 y 5 años.
El presidente de la Cámara de Comercio de isla Colón, Manuel Sanjur, describió recientemente la situación en una sola palabra: “bancarrota”. Según él, la economía del archipiélago ha colapsado. “No hay plata y los precios suben”, advirtió. La escasez de productos básicos es evidente, y la crisis podría empeorar si no se encuentra una solución urgente.

‘Se siente como un pueblo fantasma’
A esto se suma la tensión en las calles. Marcela admite que la situación le recuerda los peores días de la pandemia. “Se siente como un pueblo fantasma. Antes, de lunes a viernes, el pueblo estaba lleno de camiones, gente, turistas… todos trabajando. Ahora está vacío”, describe.
La Cámara de Turismo denuncia que, pese a la declaratoria de estado de emergencia, no ha llegado ayuda efectiva y las nuevas restricciones desalientan aún más el turismo. “Estamos atrapados: incapaces de operar, pero sin poder hacer una pausa legal”, lamentan.
Debido a la huelga bananera y a los masivos bloqueos de carreteras, el gobierno del presidente José Raúl Mulino decretó el estado de emergencia en Bocas del Toro el pasado 27 de mayo. La medida permite que ministerios y otras entidades oficiales utilicen hasta 10 millones de dólares para contrataciones especiales destinadas a obras, adquisiciones y servicios a precios de mercado “debidamente justificados”.
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Sin embargo, el impacto de la emergencia no se percibe en las islas de Bocas del Toro.
Marcela resume el sentimiento general: “Todos nos sentimos como rehenes. Estamos afectados. Esto es como la pandemia. Ojalá el gobierno vea que esta también es su gente. Y que abran las calles para que podamos vivir y trabajar”.
Mientras tanto, isla Colón y las islas vecinas aguardan una respuesta que nunca llega. El eco de las protestas y el derrumbe de la economía amenazan con apagar la vitalidad de un lugar que alguna vez fue un paraíso turístico.
