Hablan de “renovación”, de abrir paso a los jóvenes, de modernizar las estructuras. Pero la realidad política panameña demuestra lo contrario: los partidos siguen bajo el control de las mismas figuras que los dominan desde hace décadas.
La paradoja se acentúa cuando se contrasta la fuerza del voto joven con su escasa presencia en las directivas partidarias.
En las elecciones generales del 5 de mayo de 2024, Panamá registró una participación histórica del 77.7%. De los 3,004,083 electores habilitados, casi la mitad tenía menos de 40 años, y un 29% pertenecía al grupo de los que tienen entre 18 y 30 años. Sin embargo, esa energía electoral apenas se refleja en los espacios de decisión política.

Las estructuras internas continúan dominadas por veteranos, muchos de ellos con décadas en el poder, que retienen los puestos clave y relegan a las nuevas generaciones a un segundo plano.
‘Adultocentrismo’
Un estudio de IDEA Internacional sobre juventud y política advierte que este fenómeno no es exclusivo de Panamá: en toda América, las personas jóvenes enfrentan “numerosas barreras” para ejercer influencia dentro de los partidos, que van desde el “adultocentrismo” en la toma de decisiones hasta el “tokenismo”, es decir, concesiones superficiales sin permitirles poder real.
La consecuencia, señala el informe, es una “escasa autonomía real” de las juventudes partidarias y una reducida representación de jóvenes en candidaturas a cargos internos y puestos electivos, descripción que calza con la realidad panameña.
Es así como la brecha entre el discurso de apertura generacional y la realidad de las cúpulas partidarias plantea un dilema para el pluralismo democrático. Los intentos de relevo, los nuevos rostros y los discursos frescos se diluyen frente a estructuras cerradas, donde las juventudes son relegadas a papeles simbólicos.

PRD: relevo postergado y líderes reciclados
El Partido Revolucionario Democrático (PRD), el más grande del país con 527,339 adherentes, es el ejemplo más visible de esa resistencia al cambio. Tras la derrota electoral de su candidato presidencial José Gabriel Carrizo, que apenas obtuvo 5.9% de los votos, hubo llamados a una “renovación profunda” del partido que gobernó hasta julio de 2024.
La dirigencia anunció la renuncia voluntaria de todo el Comité Ejecutivo Nacional (CEN), pero en la práctica solo se reemplazarán cinco de los nueve cargos en la elección interna del próximo 23 de noviembre.

El diputado bocatoreño Benicio Robinson, presidente del partido desde 2012, mantiene su control sobre la estructura. Lo acompañan veteranos como el exrepresentante de San Francisco, Carlos Pérez Herrera; el diputado Raúl Pineda; al igual que los exdiputados Ricardo Torres y Julio Mendoza, todos parte del CEN que llevó al PRD a su peor resultado histórico. Según miembros del propio colectivo, intentan “reciclar” su liderazgo pese al rechazo interno.
Entre los que sí renunciaron figuran Rubén De León, exsecretario general; el diputado Crispiano Adames, primer vicepresidente; y los exministros Doris Zapata y Rogelio Paredes.

La disputa por la secretaría general promete ser intensa: compiten dos históricos torrijistas, Balbina Herrera y Pedro Miguel González. También aspira al CEN el exalcalde capitalino José Luis Fábrega.
Partido Panameñista: nuevas elecciones, viejos liderazgos
El Partido Panameñista, con 220,482 miembros, atraviesa una situación similar.
Su presidente, José Isabel Blandón, quien, sin éxito, acompañó a Rómulo Roux, de Cambio Democrático (CD), en la fórmula presidencial para los comicios de 2024, se vio obligado a convocar elecciones luego de un fallo del Tribunal Electoral.
Lea aquí: Revés para Blandón: Tribunal Electoral abre paso a la renovación del Partido Panameñista

Las nuevas autoridades del partido se escogerán en una convención que se desarrollará el 23 de noviembre, el mismo día de las elecciones del PRD.
Dos nóminas se disputan el control: una liderada por el actual presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Luis Herrera, y otra por el empresario Carlos Raúl Piad. La lista de Herrera se presenta como una mezcla de juventud y experiencia, aunque incluye figuras de la vieja guardia, como Ilka Varela de Barés y Florentino Ábrego.
El propio Herrera, por ejemplo, es actualmente uno de los vicepresidentes del partido.
Piad, por su parte, encabeza la facción tradicional vinculada a la expresidenta Mireya Moscoso, a quien Blandón atribuye la intención de “entregar el partido” al presidente de la República José Raúl Mulino.

RM: la juventud cuestiona el control remoto
Incluso en Realizando Metas (RM), partido fundado por el expresidente Ricardo Martinelli y que llevó al poder a Mulino, el debate generacional también cobra fuerza.
Desde su victoria, la cúpula del partido no ha mostrado intención de abrir espacios a nuevos liderazgos.
El diputado del Parlamento Centroamericano, Rubén Darío Campos, miembro del colectivo, ha sido una de las voces más críticas: “Un partido no se dirige a control remoto”, dijo en clara alusión a Martinelli, actualmente asilado en Colombia para evadir su condena por blanqueo de capitales en el caso New Business.




