‘Necesitamos unir fuerzas para frenar la violencia contra los migrantes’: Médicos Sin Fronteras

‘Necesitamos unir fuerzas para frenar la violencia contra los migrantes’: Médicos Sin Fronteras
Caravana de migrantes por Darién. Cortesía/Minseg


En esta entrevista, Víctor Escobar, responsable para América Latina de Médicos Sin Fronteras (MSF), aborda la crítica situación que enfrentan los migrantes en la selva del Darién, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo. La organización, que estuvo trabajando en la región desde abril de 2021 hasta el 4 de marzo pasado, cuando el Ministerio de Salud les avisó que el convenio estaba expirado, describe las condiciones que enfrentan los migrantes: violencia, deshidratación, enfermedades y, de manera particularmente preocupante, casos de violencia sexual.

A través de sus operaciones, MSF da atención médica a miles de personas, centrándose especialmente en las víctimas de violencia sexual, una urgencia médica con graves consecuencias físicas y mentales.

Escobar también habla sobre la suspensión de las operaciones de MSF en el Darién luego de acatar una orden del Ministerio de Salud. Están dispuestos a reactivar su servicio en la zona apenas el gobierno les de luz verde. Es la primera vez que un representante del organismo se refiere al tema.

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‘Necesitamos unir fuerzas para frenar la violencia contra los migrantes’: Médicos Sin Fronteras
Migrantes mientras cruzan el río Turquesa, en Darién (Panamá). EFE

¿Cómo describe la condición de salud de los migrantes en Darién?

La situación de la población en movimiento en el Darién, como ha sido en los últimos tres años, sigue siendo alarmante. Seguimos siendo testigos del sufrimiento, ahora desde otros puntos en la ruta de Centroamérica. No solo por las características de una selva tan difícil, sino también por las dificultades que enfrentan, incluyendo la violencia que hay dentro de la selva. De esto hemos sido testigos en los últimos tres años y lo seguimos siendo en otras zonas de la ruta migratoria hacia Centroamérica y hacia el norte.

¿Cuál es la principal preocupación de MSF en esta zona?

Son incontables. Las necesidades allí son comparables con las de cualquier otra crisis humanitaria en el mundo. Para nosotros, el Darién se ha convertido en un lugar donde priorizamos la atención a casos muy específicos que no se están dando en otras crisis humanitarias en el mundo, como la violencia sexual. Nos preocupa la salud general de las poblaciones, de las embarazadas que están atravesando la selva, de los niños que son más vulnerables, obviamente, pero la particular preocupación que tenemos en este momento, en la cual se han centrado nuestras operaciones en los últimos tres años, es la atención a la violencia sexual. Es una urgencia médica y tiene consecuencias para la salud de los sobrevivientes. Además de atender heridos, deshidratados, y enfermos crónicos que no tienen su medicamento, estamos atendiendo de forma sistemática la violencia sexual. Es alarmante y preocupante. La violencia sexual tiene unas consecuencias en la salud física y mental que pueden ser atendidas y mitigadas si se da un tratamiento a tiempo, especialmente dentro de las primeras 72 horas.

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, Víctor Escobar, responsable para América Latina de Médicos Sin Fronteras (MSF).

¿Qué revelan las estadísticas sobre la agresión sexual en la zona?

Como dijimos, de enero a diciembre de 2023, Médicos Sin Fronteras atendió 676 casos de violencia sexual. Entre enero y febrero de este año, cuando todavía estábamos trabajando en el Darién, atendimos 328 casos en solo dos meses. Probablemente existan casos que no tenemos registrados. Estas cifras muestran una situación que realmente puede ser mucho peor para muchas más personas que están atravesando la selva.

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¿Por qué la organización ya no está en Darién? ¿Qué pasó?

Desde el 4 de marzo, recibimos una notificación por parte del Ministerio de Salud de Panamá, quien es nuestro principal socio y contraparte en el trabajo que veníamos realizando. Esa notificación decía que Médicos Sin Fronteras no puede trabajar porque el convenio ha expirado. Desde entonces, acatamos la orden del gobierno y hemos intentado por diferentes medios retomar el diálogo para seguir con el convenio, pero hasta ahora no ha sido posible. Sin embargo, esto no quiere decir que la suspensión sea definitiva. Seguimos expectantes sobre cuándo vamos a reiniciar las actividades.

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En 2023 ingresaron por Darién al menos 520 mil migrantes irregulares.

¿Desde marzo no han tenido acercamiento con las autoridades panameñas?

Hemos tenido dos reuniones. A mediados de marzo, tuvimos la primera con representantes del Ministerio de Salud. Pedimos una explicación para entender el motivo de la suspensión del convenio y en ese momento nos dijeron que estaban evaluando si lo renovaban porque el anterior ya había terminado el 31 de diciembre. Nos dijeron que cuando tuviesen un resultado nos avisarían. Pero ya han pasado tres meses y no tenemos ninguna respuesta.

En abril, nos reunimos con miembros de la Cancillería y se comprometieron a intentar apoyar en la aclaración de la situación. Esos han sido los dos acercamientos oficiales que hemos tenido.

En repetidas ocasiones, hemos solicitado audiencias con diferentes niveles del gobierno, desde el más alto hasta nuestra contraparte, para hablar de peticiones específicas como un permiso temporal urgente para que nuestros equipos puedan reiniciar las actividades en el Darién y sentarnos a dialogar sobre cualquier discrepancia que pudo haber existido, pero ninguna de esas peticiones ha tenido respuesta. Seguimos a la espera.

¿Cómo era la presencia de Médicos Sin Fronteras en la zona? ¿Tenían un campamento? ¿Cómo operaban? ¿Cómo era la dinámica para atender a los migrantes?

Empezamos en abril de 2021, cuando las cifras eran mucho menores a las de hoy, y el proyecto ha ido creciendo. Para marzo, teníamos un equipo de 70 personas en total. Nuestra base es Metetí. Este equipo se movía de lunes a domingo.

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Migración de personas hacia Estados Unidos a su paso por Panamá. LA PRENSA / AGUSTÍN HERRERA

¿Qué tipo de profesionales eran?

De esas 70 personas, muchos estaban en la coordinación y en la logística, pero aproximadamente unas 40 se dedicaban a atender pacientes o a trabajar alrededor de los pacientes. Además de médicos y enfermeras, entre esas 40 personas había psicólogos clínicos, que son importantes por el trauma psicológico; trabajadores sociales, promotores y promotoras de salud, y gestores de involucramiento comunitario. Todas estas posiciones giran en torno al paciente y este proyecto creció tanto debido a las graves necesidades. Muchos de esos equipos se formaron también para la atención de violencia sexual. Médicos Sin Fronteras se vio en la necesidad de desarrollar protocolos específicos para atender la violencia sexual. El gran reto en Darién es que la gente primero sale con un trauma de la selva y, segundo, atender sus necesidades básicas. La comida y el agua están completamente desatendidas y lo primero que necesitan es contactar a su familia o dinero para tomar un bus, etcétera. La gente sale de la selva e intenta desesperadamente seguir su ruta para avanzar hacia su objetivo final.

Tenemos una ventana de tiempo muy corta y necesitamos captar la mayor cantidad de casos. Hemos desarrollado protocolos que en ese breve espacio de tiempo permiten captar los casos y sensibilizar sobre esta urgencia médica, pero no muchas personas saben que es una urgencia médica y no saben las consecuencias de esto. Por eso es un proyecto tan complejo y por eso es un equipo tan grande. Las necesidades médico-humanitarias y otras son enormes y requieren grandes esfuerzos, así como grandes cantidades de recursos. Específicamente para atender la violencia sexual se necesita un nivel de especialización y equipos muy preparados.

El Minsa ha dicho que ustedes no presentaban informes de los casos de agresiones sexuales, ¿qué puede responder a esto?

En esto quiero ser completamente contundente con la respuesta. Médicos Sin Fronteras ha cumplido a cabalidad con la legislación panameña y con los protocolos panameños. Hemos reportado de manera sistemática toda la información. Médicos Sin Fronteras está respetando la ley, pero también los protocolos médicos y la confidencialidad de los pacientes.

Tenemos pruebas de cómo hemos reportado los casos de violencia sexual a las autoridades, en el Ministerio de Salud. Incluso en momentos de máxima gravedad, cuando vemos que la situación se está deteriorando, como pasó en octubre del año pasado y siguió pasando desde entonces, hemos buscado no solamente al Ministerio de Salud, también hemos informado a otras instancias como el Ministerio de Seguridad.

En octubre y en febrero, si mal no recuerdo, compartimos proactivamente información de lo que escuchamos que estaba pasando con respecto a la violencia y la violencia sexual en el Darién. Estamos completamente convencidos de que hemos cumplido a cabalidad con la legislación panameña. Por las características de la población inmigrante, por la forma en que salen de la selva, por la forma en que transitan y se van, requiere un enfoque muy particular a nivel médico. La respuesta tiene que ser muy rápida y adaptada a esas necesidades. Hay demasiado miedo y otras necesidades de por medio.

Aprovecho para decir que, si el gobierno y el Ministerio de Salud consideran que hay información que no hemos compartido lo suficiente, hemos puesto sobre la mesa nuestra entera disposición para sentarnos en una mesa técnica a discutir cómo podemos mejorar lo que tengamos que mejorar.

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Migrantes bajan de canoas para ser trasladados a una estación de recepción migratoria en Lajas Blancas, Metetí, Darién (Panamá). EFE/ Bienvenido Velasco

¿Cómo consideran ustedes que se debe abordar la atención sanitaria a los migrantes que llegan a través de Darién?

Médicos Sin Fronteras ha solicitado rutas seguras para los migrantes y, claramente, al no haber más rutas, se ven obligados a usar el Darién. No es una decisión fácil.

Hay dos niveles de necesidades: abordar en términos de salud el resultado de las inclemencias de la selva (las caídas, los animales, las heridas, la deshidratación, las enfermedades gastrointestinales a causa de la falta de agua potable y un sinfín de necesidades en salud), y la pérdida de los medicamentos de las personas que vienen con un tratamiento. También la cantidad de niños que obviamente son mucho más vulnerables.

Por otro lado, está la atención a las víctimas de la violencia, que tiene consecuencias sobre la salud física y mental. Por las características de las personas en movimiento, por la rapidez con la que avanzan y las dificultades que tienen que enfrentar, hay que ser muy rápidos y dar una respuesta integral en salud, protección, comida, agua y servicios sanitarios básicos.

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Un agente del Servicio Nacional de Fronteras de Panamá vigila el tránsito de migrantes en el sector de Cañas Blancas en el Darién. EFE/Carlos Lemos

En Panamá, el próximo 1 de julio, toma posesión un nuevo gobierno. Uno de los discursos del presidente electo es el de ‘cierre de Darién’. ¿Tienen ustedes algún mensaje para la nueva administración?

Seguimos en la misma disposición de entablar un diálogo. Médicos Sin Fronteras sigue en plena disposición de ayudar al gobierno en esta crisis humanitaria que se está viviendo en el Darién y también insistir en que seguimos muy preocupados con la situación. Si bien tenemos las operaciones suspendidas desde el 4 de marzo, en el resto de la ruta seguimos viendo cómo la violencia sigue afectando a las personas.

Por poner un ejemplo, entre enero y abril de este año, nuestro equipo en Honduras vio 215 casos de violencia sexual que ocurrieron en el Darién. Sin embargo, porque llegaron días después, ninguna de estas 215 personas pudo tener atención en menos de 72 horas, el lapso de tiempo en el que se pueden atender algunas de las consecuencias en la salud. Como actualmente no estamos trabajando en el Darién y necesitamos seguir apoyando en esta crisis, desplazamos algunos de los equipos hacia Costa Rica.

En la semana del 20 de mayo, el equipo de Costa Rica identificó 35 casos de violencia sexual, todos ocurridos dentro de la selva del Darién. Desafortunadamente, solo 6 alcanzaron a recibir atención dentro de las primeras 72 horas después de ocurrido el hecho.

El hecho de que no estemos reportando más casos en el Darién por no estar presentes allá no responde a que hayan desaparecido los casos de violencia sexual o que haya desaparecido la violencia contra los migrantes en esta ruta. Seguimos viendo las consecuencias de esta violencia a lo largo de la ruta y estamos muy preocupados.

Nuestro llamado a este y al siguiente gobierno es el mismo: necesitamos unir fuerzas. Médicos Sin Fronteras sigue dispuesto a colaborar para responder a esta crisis. Estamos dispuestos a reiniciar tan pronto como se nos permita. Si necesitamos renovar un convenio, esto puede tomar tiempo, pero estamos dispuestos a discutir los términos.

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Migrantes suben una montaña con la intención de llegar a Panamá, en el Tapón del Darién (Colombia), en una fotografía de archivo. EFE/Mauricio Dueñas Castañeda

¿Por qué no habían hablado antes?

Siempre hemos buscado la comunicación bilateral con el gobierno, pero esto no ha sido exitoso hasta ahora. Como este gobierno ya está saliendo, nos interesa saber un poco sobre la situación de Médicos Sin Fronteras. Queremos ser mucho más públicos al respecto y romper el silencio. También pensamos en el pasado que el silencio podía ayudar a limar asperezas entre el gobierno y Médicos Sin Fronteras. Desafortunadamente, no ha sido así, porque lo único que hemos encontrado ha sido un silencio administrativo. Seguimos con plena disposición de colaborar y resolver cualquier inconveniente. Por eso hemos mantenido el silencio en los últimos meses, pero vamos a tratar de hacer más pública nuestra posición porque nos preocupa lo que estamos viendo en el resto de la ruta.

Un mensaje final

Una vez más, el llamado es al gobierno, a todos los actores humanitarios, a los donantes y a todas las organizaciones que forman parte de la respuesta a las emergencias humanitarias para que unamos fuerzas y podamos continuar dando atención a la población migrante del Darién. El siguiente llamado es a seguir pensando en rutas seguras para los migrantes. La migración es un fenómeno inevitable y las personas van a intentar seguir cruzando. Cada vez que se cierra una frontera, intentarán seguir cruzando fronteras o buscando otras vías, probablemente más inseguras y con más peligros, probablemente con más redes de tráfico de personas. Nuestro llamado es para que, en lugar de llevar la migración a los límites, en los que las personas pueden verse expuestas para continuar migrando, aseguremos rutas seguras, porque la migración no va a parar.

Por ejemplo, llevamos más de 10 años trabajando en la migración en México. Llegamos a un lado, llegamos al otro y las necesidades han sido las mismas. La violencia cada vez es peor, los números de migración cada vez son peores. La migración es un fenómeno inevitable, por lo que hay que pensar en rutas seguras, como lo hemos pedido en el pasado. Insisto en el mensaje anterior: seguimos muy preocupados por la situación de los migrantes que están atravesando el Darién en este momento. Aunque Médicos Sin Fronteras no esté en el Darién ahora mismo, a lo largo de la ruta en Costa Rica y en Honduras, nuestros equipos siguen viendo las consecuencias de la violencia que está ocurriendo en el Darién.

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Migrantes venezolanos suben una montaña con la intención de llegar a Panamá. EFE/Mauricio Dueñas Castañeda

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