Quienes han escrito sobre él afirman que es un hombre que podría pasar desapercibido en un supermercado. No le gustan los destellos de las cámaras e incluso dicen que es “alérgico” a la vida social.
Laurence Douglas Larry Fink, nació el 2 de noviembre de 1952 en Los Ángeles, California, Estados Unidos.
¿Por qué este hombre debería interesarle a Panamá? Porque es el cofundador, presidente y director de BlackRock, la firma que compró 43 puertos en todo el mundo a CK Hutchison por casi $23 mil millones, transacción que incluye los puertos panameños de Balboa y Cristóbal, a orillas del Canal de Panamá.
Las reuniones para el multimillonario negocio se gestaron con inusual rapidez, durando apenas unas semanas, según reportó Financial Times. El acuerdo también incluye a los socios de BlackRock, Global Infrastructure Partners (GIP) y Terminal Investment Limited (TIL). En las negociaciones participaron el mismo Fink, Adebayo Ogunlesi, de GIP, y Diego Aponte, de Mediterranean Shipping Company (MSC), filial de TIL. Aponte y el presidente José Raúl Mulino se reunieron en Suiza en enero pasado.

En el sitio oficial de BlackRock destacan que Fink y siete socios fundaron la compañía en 1988 y que, “bajo su liderazgo, la firma se ha convertido en un líder mundial en soluciones de inversión y tecnología”. Afirman también que es miembro del Consejo de Administración del Foro Económico Mundial y copresidente del Consejo de Administración del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York.
Además, forma parte de los consejos del Museo de Arte Moderno y del Comité Internacional de Rescate. Es miembro del Consejo Asesor de la Facultad de Economía y Gestión de la Universidad de Tsinghua en Pekín, China, y del Comité Ejecutivo de la Asociación para la Ciudad de Nueva York.
Con un MBA de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) en 1976 y una licenciatura de la misma institución en 1974, algunos lo describen como “un titán”, “el tiburón de Wall Street”, “rey de los mercados” o “el arreglador”, cuya voz puede inclinar mercados, redefinir estrategias de inversión y moldear políticas económicas a escala global. Tiene su oficina en Nueva York y desde allí dirige la mayor gestora de activos del mundo, con más de 10 billones de dólares bajo administración, cifra que, de acuerdo con expertos, supera el PIB de la mayoría de los países.
“¿Qué hace que las empresas sean excelentes?”, le preguntaron en una entrevista que concedió a Harvard Business Review en 2015.
Contestó: “Hay muchas empresas malas que tienen un solo producto o unos pocos productos y no se rediseñan; no observan el ecosistema para ver cómo está cambiando. Las buenas empresas tienen líderes dinámicos y un proceso para desarrollar nuevos líderes. Las grandes empresas tienen una estrategia a largo plazo y, cada trimestre, analizan cómo encaja esa estrategia en su ecosistema, que cambia constantemente”.
En la lista de las que se adaptan mencionó a Netflix. “Se autodestruyó para pasar de ser un servicio de pedidos por correo a competir con Blockbuster y luego convertirse en una empresa de streaming”, explicó.
¿A qué líderes empresariales admira Larry Fink?
También le preguntaron a qué líderes empresariales admira. Mencionó a Jeff Bezos (Amazon), Bob Iger (Disney), Andy Liveris (The Dow Chemical) y Jim McNerney (Boeing).
Aunque ha evitado una militancia política activa, Fink ha sido un donante habitual del Partido Demócrata en Estados Unidos y ha apoyado políticas de sostenibilidad en el ámbito corporativo. Su visión del mercado y del papel de las empresas en la sociedad ha generado tanto admiración como críticas. De ascendencia judía, Fink ha hablado en varias ocasiones sobre la influencia de sus raíces en su ética de trabajo y en su enfoque hacia la gestión empresarial y la inversión a largo plazo.
Ahora, con la adquisición de Hutchison Ports, su firma entra de lleno en un sector clave para el comercio global y, por supuesto, para Panamá. Mientras el país evalúa los alcances de esta transacción y su impacto en la administración portuaria, Fink sigue operando desde la discreción, lejos del ruido mediático, pero con la misma influencia que lo ha convertido en una de las figuras más poderosas del capitalismo moderno.