El presidente José Raúl Mulino expresó su preocupación por el incremento de lo que denominó “migración inversa”, refiriéndose al flujo de ciudadanos que se desplazan desde Estados Unidos hacia América del Sur, pasando por Panamá.
“Me preocupa que va subiendo el número de ciudadanos viniendo norte-sur”, advirtió.
Según datos oficiales citados por el mandatario, hasta la fecha se han registrado 11,810 personas en esta ruta migratoria atípica, de las cuales 2,500 transitaron por el país durante el mes de mayo. En junio, la cifra parcial es de 859 personas, aunque Mulino señaló que estos movimientos son cíclicos y responden a factores cambiantes.
Entre las nacionalidades más comunes en esta nueva oleada destacan los venezolanos, quienes representan, según Mulino, “la nacionalidad más importante que está en esas travesías”, seguidos por ciudadanos de Colombia, Perú y Ecuador.

A este grupo se suman migrantes de países tan diversos como Nepal, Camerún e Irán, lo que para el presidente resulta inusual. “Son nacionalidades que usualmente no tienen razón de andar por el patio”, comentó, refiriéndose al territorio panameño.
El fenómeno, según el Gobierno, está estrechamente vinculado a las políticas migratorias restrictivas de Estados Unidos liderado por Donald Trump, y que han derivado en deportaciones masivas y obstáculos para el ingreso de nuevos solicitantes.
“Esta es una realidad que seguiremos afrontando mientras la situación de retorno de todo este montón de personas sea impedida para llegar a Estados Unidos o expulsadas de los Estados Unidos”, afirmó Mulino.
La administración panameña advierte que, pese a los esfuerzos por contener el flujo migratorio tradicional por Darién, el país sigue siendo un punto clave de tránsito para rutas menos convencionales, ahora en dirección contraria.
Tapón del Darién
El flujo de migrantes por la selva del Darién se redujo en aproximadamente un 98.3 % entre enero y mayo de 2025 en comparación con el mismo periodo de 2024.
Durante ese lapso, solo 2,917 personas cruzaron la peligrosa frontera natural entre Colombia y Panamá, un número significativamente inferior al registrado el año anterior, cuando fueron 170,014.
La mayoría provino de América del Sur, con 1,694 personas, seguida por Asia (648) y África (483), mientras que las Antillas, otras regiones de América y otras zonas del mundo sumaron menos de un centenar en conjunto. En mayo apenas ingresaron 13 personas, lo que confirma una tendencia sostenida a la baja.

La data mensual revela que el mayor número de cruces se registró en enero, con 2,229 migrantes, mientras que en los meses siguientes las cifras descendieron abruptamente: 408 en febrero, 194 en marzo, 73 en abril y apenas 13 en mayo.
El desglose regional también muestra que el flujo africano ha sido más constante que otros, pasando de 269 personas en enero a 5 en mayo, en tanto que la migración asiática pasó de 510 a solo una persona en ese mismo periodo. Las autoridades panameñas atribuyen esta baja a controles más estrictos en la frontera sur y a nuevas políticas migratorias en los países de origen y tránsito.