“Mi padre sostenía la puerta con todo su cuerpo. Del otro lado, los terroristas empujaban, gritaban en árabe. Yo intentaba mandar un mensaje, pero las manos me temblaban. Pensé que ese era el final”. Así lo recuerda Guido Kohan, argentino radicado en Israel, quien pasó 36 horas encerrado en un refugio junto a sus padres y su hermana, en el kibutz Ein HaShlosha, durante el ataque del 7 de octubre de 2023 perpetrado por Hamás.
Kohan es uno de los protagonistas de la docuserie 7/10: Testigos del Terror, estrenada recientemente en Panamá como parte de una gira impulsada por la organización Fuente Latina. La serie, filmada en Israel y subtitulada al español, recoge los testimonios de sobrevivientes del atentado terrorista que dejó unos 1,200 muertos y 240 rehenes, el cual es considerado como la mayor masacre de judíos desde el Holocausto, en el que fueron asesinados más de seis millones de judíos por el régimen nazi.
En el marco de la gira de proyección y debate de la docuserie, organizada por Fuente Latina, Kohan ofreció su testimonio ante audiencias en universidades, medios y centros comunitarios. La gira busca generar un espacio de reflexión sobre el terrorismo, la desinformación y el rol de los medios en tiempos de crisis. En Panamá, la presentación incluyó una función privada y un conversatorio con periodistas, estudiantes y líderes de opinión.
En entrevista exclusiva para La Prensa, Kohan compartió los detalles de aquella madrugada: el despertar por las sirenas, el encierro forzado, los mensajes de despedida y la irrupción de los atacantes en su casa. “Los vimos por la ventana: vinchas verdes, uniformes, armas automáticas. Entraron, destrozaron todo, dispararon dentro de la casa. Nosotros no podíamos ni respirar”, relató.

La hora más larga
Fueron horas de terror. “En un momento mi madre salió a buscar agua, no sabíamos cuánto íbamos a durar ahí. Y fue entonces cuando vio a los terroristas frente a la casa. Volvió arrastrándose”, recordó. Poco después, los hombres armados intentaron derribar la puerta del refugio donde estaban escondidos. “Yo no podía moverme del miedo. Mi padre resistía con su cuerpo. Si entraban, no salíamos vivos”, dijo Kohan, protagonista del primer episodio de la serie en la que se cuenta cómo Hamás fue calle por calle del kibutz matando civiles a la vista, quemando casas y tomando rehenes.
Finalmente, tras casi un día y medio de encierro, el ejército israelí los rescató. Pero el trauma persiste. “Nos salvamos, pero vecinos nuestros fueron asesinados o secuestrados. Eso no se olvida”.
Una historia para no olvidar
Jessica Ghitis, directora de Fuente Latina para América Latina, explicó que la docuserie de cuatro capítulos busca “humanizar la tragedia y dar voz a los sobrevivientes”. “Esta no es una historia lejana. Muchos de los afectados eran latinoamericanos. Esto puede pasar en cualquier parte del mundo”, advirtió.
Según Ghitis, 7/10: Testigos del Terror fue producida de forma independiente y está en gira por ciudades como Los Ángeles, Tel Aviv, San Francisco y Filadelfia, con el objetivo de entrar en plataformas de streaming tras pasar por festivales internacionales. Fue dirigida por la venezolana Laura Ortega y el cubano Tony Hernández.
“Esto no es propaganda. Es parte de la historia. Nuestro trabajo no es decirle a nadie qué pensar, sino asegurarnos de que estos testimonios sean escuchados”, enfatizó.

La docuserie llega en medio de la actual guerra en Gaza, iniciada tras el ataque del 7 de octubre. Desde entonces, la ofensiva militar israelí ha provocado decenas de miles de muertos y un desplazamiento masivo en la Franja. Diversos sectores de la comunidad internacional han criticado tanto las acciones de Hamás como el alto costo humanitario de la respuesta israelí, lo que ha alimentado debates sobre justicia, proporcionalidad y el uso político de los relatos del conflicto.
Kohan sostiene un cartel con las fotos de dos compatriotas suyos —David y Ariel Cunio— aún secuestrados en Gaza. “Lo más humano que podemos hacer es alzar la voz. Esto no es una causa israelí: es una causa de justicia y de memoria. Decimos ‘nunca más’, pero para que eso tenga sentido, hay que recordarlo siempre”.