Panamá da un nuevo paso lejos de China, y también del mercado tecnológico asiático. Pero, contrario a la comunicación acostumbrada desde el propio gobierno panameño, la remoción de torres de telecomunicaciones de la empresa china Huawei fue anunciada por la propia Embajada de Estados Unidos en Panamá, este martes 11 de junio.
La representación diplomática estadounidense informó sobre la remoción de las torres junto al Ministerio de Seguridad. Sin embargo, dicha cartera aún no se ha pronunciado oficialmente. Consultado por La Prensa, el ministerio indicó que “emitirán un comunicado” próximamente.
En total, se retirarán torres en 13 puntos distintos de la geografía nacional. Siete serán reemplazadas por tecnología estadounidense en cuatro provincias, por un monto de $8 millones, sin precisar la empresa fabricante.
En un comunicado, la Embajada aseguró que se trata de “tecnología segura”, cuya instalación se completará en un plazo de dos años. Además, subrayaron que esta acción busca “frenar la maligna influencia de China en nuestro hemisferio”.
El distanciamiento entre Panamá y China no comenzó con este anuncio. Sus orígenes se remontan al inicio del mandato del expresidente estadounidense Donald Trump, cuando afirmó que la “influencia maligna” de China “controla” el Canal de Panamá.
A esto se suman las recientes declaraciones del embajador de Estados Unidos en Panamá, Kevin Marino Cabrera, quien advirtió que una de sus prioridades será “contrarrestar la influencia maligna de China en la región”.
Aunque el presidente, José Raúl Mulino, ha desmentido la influencia china en el Canal de Panamá, ha concretado medidas que van desde el retiro de la iniciativa de la Franja y la Ruta [de la Seda], hasta la reciente remoción de torres del operador privado chino Huawei.
Todo esto ocurre mientras Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, neogican tarifas arancelarias en Londres, Inglaterra, tras una guerra comercial marcada por amenazas.
¿'Influencia maligna’ o estrategia de reposicionamiento comercial?
Si la denominada “influencia maligna” se vincula con los intereses económicos de China en la región, el caso panameño ofrece un matiz distinto. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas, Panamá no se encuentra entre los países que han recibido mayores flujos de inversión extranjera directa del gigante asiático.
Esa lista la encabezaron Brasil, Perú, México y Argentina hasta 2024.
En contraste, Panamá sigue recibiendo mayor inversión extranjera directa de Estados Unidos. Cifras de la Contraloría General de la República actualizadas a 2024 lo reflejan: el capital estadounidense lidera la inversión extranjera en Panamá. La Cepal también identifica a Estados Unidos como el principal socio comercial del istmo hasta este mismo año.
Particularmente, el sector tecnológico en la región plantea un desafío importante para Estados Unidos. Desde 2010, América Latina y el Caribe envía más bienes tecnológicos a Estados Unidos de los que recibe.
En contraste, el comercio con China refleja una creciente brecha: más del 60% de los bienes tecnológicos latinoamericanos y caribeños llegan desde el país asiático, mientras que la región apenas envía un 5%.

“Estas diferencias en lo que respecta a la estructura del comercio exterior regional [América Latina y el Caribe] con China reflejan importantes desafíos en sus relaciones bilaterales”, advierte la Cepal en su informe Las relaciones entre América Latina y el Caribe y China, publicado en mayo pasado.
El camino lejos de Pekín
La barrera en las telecomunicaciones y el sector tecnológico es el indicio más evidente del camino lejos de Pekín.
La Alcaldía de Panamá ofrece un ejemplo concreto. El alcalde Mayer Mizrachi promovió en el Concejo de Panamá un acuerdo que limita las adquisiciones tecnológicas —tanto de software como de hardware— a empresas cuya casa matriz se ubique en países que sean signatarios del Convenio sobre la Ciberdelincuencia de Budapest.

Esta medida impide que la Alcaldía adquiera tecnología de empresas chinas, dado que China no ha suscrito dicho convenio.
Panamá sí lo hizo en 2013. La nueva normativa adopta sus principios y alinea las prácticas municipales con un marco legal de referencia internacional, al que también se adhieren Estados Unidos, la mayoría de países de la Unión Europea y Japón.
En el plano diplomático también se han marcado diferencias. Mientras los presidentes de Chile, Brasil y Colombia —junto a 17 cancilleres de la región— viajaron a Pekín para participar en la cumbre entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en mayo pasado, Panamá envió únicamente a su embajador en China, Miguel Lecaro.
El retiro de la Ruta de la Seda, posterior a la visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, fue otra señal clara del giro diplomático panameño, en medio de la pugna geopolítica entre Washington y Pekín.
Cuestiones de soberanía
El distanciamiento de China pone a Panamá en una situación delicada ante el forcejeo entre las dos potencias. Pero muy cerca, Costa Rica, también ha quedado en medio en el plano tecnológico.
Precisamente, un decreto sobre ciberseguridad excluyó a Huawei y a empresas chinas de la posibilidad de implementar tecnología 5G en el país en 2023. El decreto fue ponderado por Estados Unidos este 2025, en un informe de política exterior, según recoge el portal Semanario Universidad, de la vecina nación.
El gobierno tico basó el decreto en el Convenio de Budapest, mismo que ahora se impulsa en Panamá. Marcelo Pino, vicepresidente de asuntos corporativos de Huawei para América Latina, señaló en 2023 que dicho convenio de Budapest se creó con el fin de combatir el crimen organizado y que “no tenía ningún tipo de aplicación” en lo referente al 5G en Costa Rica.
Hasta la fecha, Huawei quedó imposibilitado de operar esa tecnología en Costa Rica, a pesar de presentar recursos ante los tribunales.
La soberanía sobre las relaciones internacionales y las empresas que invierten y operan en la región, quedan en el medio de la pugna geopolítica de Pekín y Washington.
Huawei también ha quedado en medio, visto desde Estados Unidos como el brazo operador del Partido Comunista Chino en materia tecnológica.
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En Panamá, la cuestión soberana toca las entrañas de la vida nacional, al tiempo que sigue pendiente la definición de un mecanismo que Estados Unidos ha solicitado para que sus buques transiten “primero y gratis” por el Canal de Panamá, cuando antes alegaron críticas a la seguridad y ciberseguridad de la vía interoceánica.