El 31 de julio de 1981, el avión bimotor con la identificación FAP-205, que había partido de la ciudad de Penonomé con dirección al poblado de Coclesito, se estrelló con el Cerro Marta, terminando con la vida de 7 personas: el capitán Azael Adames, Víctor Rangel copiloto, Carlos E. Rivera mecánico, Ricardo Machazek guardaespaldas, Jaime Correa asistente, Teresa Ferreira dentista y el general Omar Torrijos Herrera.
Precisamente, la muerte del general Torrijos, quien hasta entonces había sido el hombre fuerte de Panamá y cabeza del llamado “proceso revolucionario”, le dio un giro al régimen militar que se había instaurado en el país desde el 11 de octubre de 1968.
El general retirado Rubén Darío Paredes, colega de armas y amigo personal de Torrijos, da su versión sobre la tragedia aérea, y explica las consecuencias que la muerte de Torrijos tuvieron para la dirección del régimen militar, así como las respuestas que los uniformados le dieron a la sucesión de crisis surgidas a raíz del fallecimiento de su líder.
El accidente
Paredes reflexiona sobre el tema y expone su interpretación del hecho así: “¿Por qué sucede el accidente? Bueno, el temperamento intrépido, audaz del general Torrijos en esa ocasión le hizo una mala jugada. Le pasó factura de otras aventuras donde había logrado salir ileso o salvar su vida".
En detalle, Paredes comparte una anécdota sobre los vuelos a Coclesito en el FAP-205: “Una noche muy tarde, él [Torrijos] llama a varios miembros del Estado Mayor y me incluyo, y nos dice que ahí estaba en Paitilla, el Twin Otter, que los está esperando para que vengan acá, que tengo que hablar con ustedes urgentemente sobre un tema importante para el país. Ahí nos encontramos, porque él llamó a cada uno, como cinco de nosotros del Estado Mayor”.
El relato continúa en un arriesgado vuelo nocturno: “Zarpamos como a las diez y media de la noche, rumbo hacia Coclesito, donde la pista no tenía luces. Es una pista, además de segunda, incrustada en la montaña, allá en Coclesito. Claro que él había ordenado prender unos mechones en los extremos, cabecera y final de la pista y en los laterales, de tal manera que el piloto, con buen tiempo, pudo aterrizar. Esa reunión duró como hasta las tres de la madrugada. Y a esa hora salimos los cinco oficiales del Estado Mayor, rumbo hacia Paitilla”.
De acuerdo con Paredes el tema de la reunión no era trascendental y mucho menos ameritaba un viaje tan riesgoso en horas nocturnas. “No ponga nunca en duda de que Torrijos mismo fue quien acabó con Omar Torrijos el General”.
El exmilitar respalda la tesis del accidente fundamentado en que: “El informe de la empresa que construyó el avión De Havilland Canada DHC-6 Twin Otter, más una misión que les mandamos a buscar de Israel, y los norteamericanos que estaban aquí acantonados todavía con una base en la zona del canal, concluyeron, después de analizar las turbinas, que cuando se impactó, él [avión] iba totalmente en un vuelo crucero funcionando normalmente".
El desgaste
Aún antes de la muerte de Torrijos el régimen militar venía haciendo aguas. Según Paredes el general Torrijos se había percatado del desgaste que padecían y del creciente rechazo popular. Así durante las grandes huelgas contra la reforma educativa de 1979, el propio Torrijos entendió el creciente rechazo popular a su régimen, “Yo recuerdo, aquella manifestación que se consideró como de 80 mil almas en la calle contra las reformas educativas, pero realmente, y Torrijos lo dijo allí, estábamos en la comandancia, ya no era tanto las protestas contra las reformas sino que era contra nosotros, la resistencia y la demostración de fuerza y determinación del pueblo”.
Paredes narra una conversación que desde la comandancia Torrijos mantuvo con el entonces presidente Aristides Royo acerca de la multitudinaria manifestación que se estaba dando en ese momento. Mientras el Estado Mayor escuchaba en una bocina al presidente Royo, tratando de calmar a Torrijos, este reaccionó así: “presidente, yo estoy viendo por televisión la concurrencia, allí solo falto yo y mi estado mayor, ahí está todo Panamá”.
Con la muerte de Torrijos, el coronel Florencio Flores Aguilar se convirtió en el comandante de la Guardia Nacional, pero de acuerdo con la apreciación de Paredes, Flores no podía ocupar el vacío dejado por Omar Torrijos. El 3 de marzo de 1982 Flores fue obligado a retirarse de la Guardia Nacional, y Paredes asumió la comandancia como general de brigada, el mismo rango que tenía Omar Torrijos.
El gargantazo
El 31 de julio de 1982 el presidente Aristides Royo fue obligado a renunciar por la Guardia Nacional jefaturada por el entonces general Rubén Darío Paredes. El presidente Royo dio como justificación para su renuncia el estar enfrentando “dolores de garganta” por lo que el evento se conoce popularmente como el “gargantazo”.
Paredes recuerda que: “No hablamos con Arístides Royo, fuimos allá a la presidencia y le explicamos la situación. Escogimos que tenía que irse el presidente, porque la ciudadanía tenía con él ese dolor, o esa causa que fue vencida en la calle de la reforma educativa. Nos estábamos cayendo y él dijo yo también siento lo mismo”.
Paredes agrega cómo fue la mecánica de la renuncia del presidente Royo: “Cuando le explicamos el plan de cambio de presidente y que iba a relevarlo Ricardo de la Espriella, él aceptó, él nunca puso un gesto ni un lenguaje corporal de inconformidad, él aceptó que ese era un movimiento que sí podía presentar una impresión de seriedad y de deseo de cambio del gobierno militar a la población, de que íbamos ya rumbo a un cambio verdadero, porque ese cambio de presidente también traía obligatoriamente el compromiso de una nueva constitución. De ahí surge el desde ya”.
El general Paredes cerró todos los medios de comunicación impresos e impuso un cambio en la impronta del gobierno. Más allá de la renuncia forzada del presidente Royo, Paredes impulsó un cambio constitucional significativo convocando a todos los partidos políticos, incluyendo a los de oposición, para que formaran parte del cuerpo de redactores del nuevo texto constitucional.
El 24 de abril de 1983, en un referéndum al que acudió el 67% de la ciudadanía habilitada para votar, el 87,77% votó a favor de las reformas constitucionales. La nueva Constitución resultante no fue capaz de evitar la descomposición del cuerpo armado y la degeneración del régimen militar que concluyó con la invasión de los Estados Unidos el 20 de diciembre de 1989. Durante los 21 años de la dictadura militar solo un civil, Demetrio Basilio Lakas fue el único presidente que cumplió con su periodo constitucional de seis años. Ninguno de los otros siete civiles que ocupó la presidencia de la República, o se encargó de la misma, completó su periodo constitucional.