Changuinola amanece en una calma cargada de incertidumbre. Desde esa provincia panameña que en los últimos días donde ha reinado el caos y el vandalismo, informa Anabelsy Montenegro, reportera que, desde temprano, salió a buscar señal para contar lo que vive hoy esa comunidad: una calma inquietante, marcada por la resaca de una noche violenta.
Es la mañana del sábado 21 de junio. No hay enfrentamientos, dice la voz entrecortada que llega por WhatsApp, desde un lugar donde alcanzó cobertura. Pero el pueblo no está en paz. Solo ha enmudecido.

Anabelsy confirma que anoche hubo intentos de toma del cuartel policial. Los vándalos no lograron su objetivo y fueron repelidos con gases lacrimógenos. El gas llegó hasta la sala de hemodiálisis del hospital Raúl Dávila Mena, afectando a pacientes vulnerables. En medio del caos, ni siquiera los enfermos fueron excepción.
La imagen que describe Montenegro es desoladora: vehículos vandalizados abandonados en plena calle, las vías desiertas bajo un aguacero implacable, trabajadores de la salud que caminan o pedalean en busca de su jornada, sin transporte ni resguardo. No hay buses, no hay taxis, no hay cobertura móvil. Solo hay silencio.
Por otro lado, el Ministerio de Seguridad Pública informó que en la madrugada las instalaciones del almacén de la Caja de Seguro Social, ubicadas en Finca 11 de Changuinola, fue vandalizado.

Los manifestantes forzaron la puerta delantera y desordenaron todas las oficinas. Por el momento se investiga qué insumos médicos y pertenencias de la CSS se llevaron.
La Policía Nacional custodia infraestructuras a solicitud del personal administrativo.

Urgencia
El telón de fondo de esta jornada suspendida es el estado de urgencia decretado por el presidente José Raúl Mulino, que suspendió derechos constitucionales en toda la provincia tras semanas de protestas lideradas por el sindicato bananero Sitraibana. Las protestas, iniciadas por el rechazo a la Ley 462, escalaron hacia saqueos, incendios y bloqueos que paralizaron la vida en Bocas del Toro.
Durante la noche del jueves 19, los disturbios alcanzaron su punto más álgido: vehículos incendiados frente al aeropuerto, ataques al Instituto de Medicina Legal, oficinas saqueadas y hasta el intento de tomar la terminal aérea. Según el gobierno, hay más de una docena de heridos entre los uniformados y decenas de vehículos hurtados.
Pese al despliegue de 1,500 efectivos, las escenas de violencia se repitieron el viernes. Y, sin embargo, hoy... todo parece suspendido. No hay señales de protesta ni de normalidad. Solo una tregua forzada.