En esta entrevista, el diputado Augusto Tuto Palacios, de la bancada Vamos, aborda con franqueza los retos y responsabilidades de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea Nacional. Desde su perspectiva, detalla el rol fiscalizador que desempeña la comisión, los procesos internos para citar a ministros, y reflexiona sobre el estado actual del servicio exterior panameño, incluyendo las recientes tensiones diplomáticas relacionadas con el Canal de Panamá.
¿Cuál es el rol que tiene la Comisión de Relaciones Exteriores respecto a las designaciones en el servicio exterior, dado que ustedes no las ratifican porque eso es una tarea exclusivamente del Ejecutivo?
Estamos claros en que no ratificamos ni aprobamos los nombramientos de los jefes de misión que pasan por esta comisión. Sin embargo, lastimosamente, con el tiempo no se ha comprendido el espíritu de esta comisión, que juega un rol bastante importante. Se le ha dado un carácter, diría yo, muy cosmético, como si fuese únicamente un espacio para tomarse fotos, compartir e intercambiar números de teléfono.
Hoy, la comisión cumple con la labor de fiscalización que indica la Constitución, cuestionando los planes de trabajo que deben presentar los jefes de misión ante este primer órgano del Estado. Estamos cumpliendo ese rol en el marco del respeto y avanzando, porque nuestra función principal es ser un puente entre el Ejecutivo y la ciudadanía.
¿Qué dice el reglamento interno sobre lo que debe hacer la comisión?
La Ley 28 de 1999, orgánica del Ministerio de Relaciones Exteriores, establece en su artículo 28 que los jefes de misión, es decir, los embajadores, deben presentar un plan de trabajo ante la comisión. Que quiere decir, que ellos no solo cuentan con la designación del Ejecutivo, sino también con el beneplácito del país receptor al que representarán.
¿Cuántas veces se reúne la comisión al mes?
Por iniciativa, debería reunirse una vez por semana. Sin embargo, en la práctica, dependiendo de la cantidad de jefes de misión que parten, nos estamos reuniendo un promedio de una vez cada 15 días. Es un número prudente y creo que hemos realizado una tarea importante hasta la fecha.
¿Cuál es el proceso interno para convocar a una citación a un ministro, como ocurrió con el canciller Javier Martínez Acha?
Tenemos un respaldo constitucional. El artículo 161 de la Constitución establece las funciones administrativas de este primer órgano del Estado, y nos faculta para citar a ministros y otros altos funcionarios. Además, el reglamento interno de la Asamblea Nacional define en sus artículos 46 y 49 las comisiones permanentes y el procedimiento para citar a los funcionarios.
En términos prácticos, una citación requiere la aprobación de la mayoría absoluta de los miembros de la comisión. Si somos nueve comisionados, bastan cinco votos para proceder.
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Es un ejercicio político interesante buscar los votos para que eso se dé.
Creo que es muy interesante este ejercicio, y lo que se vivió ayer es una viva muestra. Tuvimos un retraso, pero fue porque estábamos dialogando entre los comisionados de las distintas bancadas. Recordemos que cada comisión debe tener una representatividad de las distintas corrientes políticas que forman parte de esta Asamblea.
Nosotros nos reunimos previamente; cada uno llevó sus preguntas porque ya teníamos conocimiento de que la cita era para el canciller.
Llevamos un cuestionario que fue compartido entre los nueve comisionados y elaboramos 18 preguntas, de las cuales 16 fueron aprobadas en la comisión.
¿Fue unánime la votación?
Sí, fue unánime. De los nueve comisionados, ocho estábamos presentes y votamos a favor de citar al canciller.
¿Hasta el momento, cuántos embajadores han pasado por la comisión y qué balance puede hacer de este proceso?
Han pasado alrededor de 30 embajadores. Ha sido un ejercicio interesante, pero debo ser justo: algunas designaciones han empañado aquellas que han cumplido con el profesionalismo y la experiencia necesarios. Por eso respaldo el proyecto de ley de mis compañeros Janine Prado y Roberto Zúñiga, que busca modernizar y profesionalizar aún más la carrera diplomática y consular.
¿Qué sensación le dejaron embajadores como los de Reino Unido, India y Nicaragua?
Pienso que las cuotas de sacrificio que la ciudadanía le pide al Ejecutivo son precisamente estas: que, para cargos tan importantes, nuestros jefes de misión, como son llamados en la norma, puedan tener todas las competencias y aptitudes necesarias para representar al país. Creo que un ejemplo vivo de lo que esperamos y vivimos en este momento es que, como producto de ello, ayer se aprobó citar al canciller. Merecemos un servicio exterior que tenga las capacidades para llevar adelante, con mucho profesionalismo, los intereses de nuestro país en el exterior.
Vivimos un momento tenso en cuanto a nuestra diplomacia. Todos sabemos lo que está ocurriendo ahora mismo con el presidente de los Estados Unidos y sus declaraciones respecto al Canal de Panamá. Queremos saber si contamos con métodos de preparación para que nuestros jefes de misión puedan actuar de manera adecuada.
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¿El día que compareció el embajador en Reino Unido, exactamente qué fue lo que ocurrió?
Sí, el embajador compareció; él presentó su plan de trabajo. Mientras lo hacía, los comisionados nos preguntamos si no hablaba bien español, ya que no articulaba correctamente sus palabras, lo cual generó mucha preocupación. Tuve la oportunidad de ser el primero en ejercer el derecho a voz y le manifesté mi inquietud. También le pregunté si se sentía bien, porque, de no ser así, podíamos tomar un receso o una pausa para conversar y verificar si existía algún factor clínico que le impidiera continuar.
Sin embargo, él manifestó que se sentía bien, en óptimas condiciones. Seguimos adelante con el cuestionario, pero no llenó nuestras expectativas. Creo que esto fue evidente no solo para los diputados presentes, sino también para todos los que estábamos en el recinto e, incluso, para la ciudadanía.
¿Qué opina sobre la elección de embajadores, cónsules y funcionarios diplomáticos en esta administración? ¿Prevalece la política?
Sigue prevaleciendo la política. Sin embargo, tengo que ser justo: creo que sí hay designaciones interesantes. Podría mencionar a la embajadora en el Reino de Marruecos (Izbeth Quiel), al embajador en Trinidad y Tobago (Diomedes Carles) y al de Rusia (Holman Catline). Son personas de carrera que cumplen con todas las competencias necesarias para representar los intereses de nuestro país en el extranjero.
A pesar de esto, considero que hay un margen de mejora. No creo que esto sea un reto, sino que debe ser una función prioritaria de los gobiernos en turno determinar quiénes serán los representantes en el servicio exterior.
¿Cree que el servicio exterior panameño está suficientemente capacitado para enfrentar tensiones internacionales como las recientes declaraciones del presidente de Estados Unidos sobre el Canal?
Espero que esté capacitado. Si no lo está, es precisamente una de las preguntas que le haremos al canciller. Es importante para nosotros saber si estos jefes de misión cuentan ya con una preparación o si se están preparando, porque aquí es necesario llevar un plan, buscar aliados, tocar puertas, no solo con países, sino también con organismos internacionales para identificar quiénes son nuestros aliados y establecer una política exterior sólida para defender los intereses del Canal por la vía diplomática.
¿Cómo interpreta la postura de su colega Osman Gómez, quien intentó desestimar la citación al canciller?
Desafortunada e irrespetuosa. Manifesté al presidente de la comisión que la discusión se estaba tornando estéril, ya que la resolución había sido aprobada. Tildé su comportamiento de irresponsable, especialmente cuando señaló que buscamos hacer show. Representar la voz de los panameños no es hacer show.
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Usted le dijo a Osman Gómez que habían nombrado o estaba vinculado con el embajador en Nicaragua cuéntenos un poco más de eso
Pienso que, en el calor de la discusión, también surgieron temas, planteamientos e indicios. Sabemos que tiene una amistad con esta autoridad o con este jefe de misión, y por eso lo manifestamos. El compañero es chiricano, y al momento de escuchar el plan de trabajo, nos manifestó que ya tenía experiencia en el servicio público. Sin embargo, en su hoja de vida eso no nos fue presentado. Lo que logramos evidenciar con nuestro rol fiscalizador fue que no llenaba las expectativas de los comisionados.
¿Cree que la comisión debería tener más poder para el seguimiento y control de las designaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores?
Por supuesto. Deberíamos aspirar a cambios constitucionales para que las decisiones no sean competencia exclusiva del Ejecutivo. Un modelo interesante es el de Estados Unidos, donde el Senado debe ratificar las designaciones de embajadores con un 51% de los votos. es decir de 100 senadores, 51 tienen que ratificar o aprobar a estas autoridades o a estos jefes de misiones.