Aunque Panamá ha logrado avances significativos en la lucha contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), las cifras de 2024 revelan que la epidemia sigue activa y que el diagnóstico tardío, la interrupción del tratamiento y el estigma social continúan siendo barreras críticas para su control.
Según datos del Ministerio de Salud (Minsa), 1,998 personas iniciaron tratamiento con terapia antirretroviral (TARV) por primera vez en 2024. Lo alarmante es que muchos de estos diagnósticos se realizaron en etapas avanzadas de la infección, lo que complica el tratamiento y aumenta el riesgo de transmisión del virus.
“Es fundamental eliminar las barreras de acceso a las pruebas rápidas de VIH, fortalecer las campañas de prevención y la implementación de educación sexual en las escuelas y comunidades”, subrayó Natasha Dormoi, coordinadora de país de la organización Aids Healthcare Foundation (AHF).
Un sistema que aún excluye
Actualmente, 21,034 personas reciben tratamiento con TARV en Panamá, una herramienta que permite controlar la carga viral, evitar complicaciones y reducir la transmisión. Sin embargo, el sistema sigue dejando a muchos por fuera.
Mientras que el año pasado, 1,846 personas reiniciaron su tratamiento tras haberlo abandonado, lo que evidencia la fragilidad de la atención continua.
Entre las principales razones para suspender el tratamiento, que plantea Dormoi, están las barreras económicas, la falta de acceso a servicios médicos, la estigmatización, los efectos secundarios y la ausencia de apoyo emocional o psicosocial.
“Debemos trabajar sobre las barreras estructurales que inciden en el abandono del tratamiento, como la pobreza, la falta de acceso a servicios de salud, la falta de educación e información clara, así como el estigma asociado al VIH”, añadió Dormoi.
También hizo un llamado a capacitar al personal de salud para que cada instalación sanitaria en el país brinde una atención libre de discriminación:
“Más allá de establecer centros amigables, debemos sensibilizar al personal en formación para asegurar que la atención en todas las instalaciones de salud sea libre de estigma”.
Las pruebas llegan, pero el miedo permanece
Durante 2024 se realizaron 330,748 pruebas de VIH, con una tasa de positividad promedio de 0.6%.
Los datos de positividad más altos se registraron en:
Mujeres mayores de 15 años: 1.0%
Hombres mayores de 15 años: 0.9%
Niños y niñas menores de 15 años: 0.6%
Los grupos más vulnerables incluyen a jóvenes, mujeres en edad reproductiva y hombres que tienen sexo con hombres (HSH).
El VIH no discrimina, la sociedad sí
Dormoi es enfática al señalar que la narrativa en torno al VIH debe cambiar:
“Debemos hablar del VIH como un tema de salud pública, no de moral. ¡El VIH no discrimina, la sociedad sí!”
Este estigma no solo impide que muchas personas se realicen la prueba, sino que también las empuja a abandonar el tratamiento o a vivir en silencio, sin acceso al sistema de salud.
Por eso, insiste en que la respuesta nacional debe incluir un componente educativo y cultural fuerte, que involucre a medios, escuelas, iglesias y comunidades en la normalización del testeo y el acompañamiento a quienes viven con VIH.
Panamá necesita fortalecer su respuesta al VIH con un enfoque integral: diagnóstico temprano, tratamiento sin interrupciones, educación sexual efectiva y atención sin discriminación.
El progreso logrado no es suficiente mientras sigan apareciendo nuevos diagnósticos, se mantenga el abandono del tratamiento y persista el miedo al rechazo.