Los resultados más recientes del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE pospandemia), elaborado por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (Llece), de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), pintan un panorama mixto sobre el estado del sistema educativo panameño.
Aunque hay señales de mejora, especialmente en lectura y matemáticas en tercer grado, la realidad es que una gran mayoría de los estudiantes aún no alcanza los niveles de aprendizaje adecuados para su edad.
La evaluación, aplicada entre diciembre de 2023 y abril de 2024, incluyó una muestra representativa de 250 escuelas oficiales y particulares de áreas urbanas y rurales. En total, participaron 5,121 estudiantes de tercer grado y 5,333 de sexto grado. El objetivo del estudio fue medir el avance hacia los aprendizajes clave definidos por la Agenda 2030 en dos áreas fundamentales: lectura y matemáticas.
Signos de recuperación tras la pandemia
Uno de los resultados más alentadores es que, comparado con los obtenidos en el ERCE 2019, Panamá muestra mejoras claras en lectura en ambos grados, así como en matemáticas en tercer grado. Este repunte parece indicar una recuperación parcial del terreno perdido durante la pandemia, cuando miles de niños estuvieron fuera del aula por más de un año.
Además, el porcentaje de estudiantes ubicados en el nivel más bajo de desempeño se redujo, mientras que creció el número de quienes alcanzaron los niveles más altos, sobre todo en lectura. Es decir, hay más niños leyendo mejor, y menos que no comprenden lo que leen.

Sin embargo, el informe también deja claro que los avances no alcanzan para celebrar demasiado. En tercer grado, el 51% de los estudiantes sigue sin lograr el nivel mínimo esperado en el marco del monitoreo de la Agenda 2030 en lectura y el 56% en matemáticas. En sexto grado, los resultados son aún más preocupantes: el 72% está por debajo del estándar en lectura y un 90% no alcanza los aprendizajes mínimos en matemáticas.
Un rezago que se resiste a ceder
Estos datos revelan una situación estructural que no se puede atribuir solo a la pandemia. A pesar de los esfuerzos, el rezago es profundo y persistente, especialmente en matemáticas, donde los niveles de logro son muy bajos a medida que se avanza en la escolaridad.

Y hay otro dato que llama la atención: las niñas continúan superando a los niños en lectura. Aunque esta tendencia se repite en otros países, no deja de ser una señal de alerta. Según el informe, el género no debería marcar diferencias en los logros educativos, y sugiere que el sistema debe trabajar para reducir esta brecha sin afectar el rendimiento de las niñas.
Este desafío implica repensar el diseño de las políticas educativas. Si ser niño o niña todavía marca una diferencia en lo que se aprende, algo no está funcionando bien en el acceso a las oportunidades de aprendizaje.
Lo que dejó el cierre de escuelas
El contexto en el que se dan estos resultados es crucial para entender el desempeño actual. Panamá fue uno de los países de la región que más tiempo mantuvo sus escuelas cerradas por la pandemia: 386 días sin clases presenciales y otros 256 con cierres parciales. Prácticamente, los estudiantes estuvieron casi dos años con acceso limitado o nulo a una educación continua y estructurada.
A esto se suma una inversión en educación históricamente baja. En 2019, el país destinó apenas un 3.1% del Producto Interno Bruto (PIB) al sector educativo, muy por debajo del promedio regional, que fue de 4.3%. Aunque en 2020 hubo un incremento, el presupuesto volvió a caer en 2021 (3.7%) y 2022 (3.4%).
Estos factores no solo explican parte del rezago, sino que también ponen en evidencia la urgente necesidad de priorizar la educación en la agenda nacional. La recuperación del sistema no será posible sin una inversión sostenida y estratégica.
Habilidades que también cuentan
Además del desempeño académico, el estudio midió habilidades socioemocionales, como la autorregulación escolar y la apertura a la diversidad. En este apartado, Panamá mostró una ligera caída en sexto grado en comparación con 2019. Aunque la disminución no es dramática, sí importa, ya que estas habilidades están fuertemente ligadas al éxito escolar.
Estudiantes con mayor capacidad para autorregularse y que valoran la diversidad tienden a rendir mejor, según confirma el informe. En otras palabras, no basta con enseñar a leer y resolver problemas: también hay que formar estudiantes emocionalmente preparados para aprender y convivir.
¿Y ahora qué?
Pese a los desafíos, Panamá logró mejorar en tres de las cuatro pruebas aplicadas en esta edición del ERCE, en comparación con los resultados de 2019. Esto demuestra que hay experiencias educativas que están funcionando, y que podrían servir de modelo para otras escuelas del país.
El informe de la Unesco recomienda identificar estas estrategias exitosas, entender qué las hace efectivas y promover su adaptación en distintos contextos. La clave está en compartir lo que funciona y replicarlo donde más se necesita.
Sin embargo, el porcentaje de estudiantes en el nivel más bajo de desempeño sigue siendo preocupante. En matemáticas de sexto grado, un 66.3% de los estudiantes aún no logra los aprendizajes esperados; en lectura de tercer grado, el 51% permanece rezagado.

Esto exige acciones urgentes, sostenidas y bien orientadas. Intervenciones pedagógicas tempranas, acompañamiento docente, recursos adecuados y políticas de equidad no pueden seguir esperando. La mejora parcial no puede ser motivo de conformismo. Si se quiere cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible y garantizar una educación de calidad, hay que actuar desde los primeros grados y sin pausa.