El número de migrantes irregulares que ingresan a la peligrosa selva del Darién, la frontera natural entre Panamá y Colombia, en su ruta hacia Estados Unidos, ha alcanzado, en lo que va del año, los 2,637. Esto representa una disminución del 96 % en comparación con el mismo periodo de 2024. Esta cifra es un reflejo de las políticas implementadas para reducir el paso de migrantes a través de esta ruta peligrosa.
El Servicio Nacional de Migración (SNM) reportó que, hasta el momento, el total de migrantes que han cruzado por el Darién es de 2,637, frente a los 72,294 registrados hasta el 28 de febrero de 2024. Esto marca una caída significativa del 96 %, con 69,657 migrantes menos que el año anterior, según un comunicado del SNM.
El SNM también informó sobre la deportación, el 28 de febrero, de 25 ciudadanos colombianos hacia Medellín, Colombia. A 22 de ellos se les impusieron sanciones administrativas, mientras que a tres se les expulsó debido a antecedentes penales relacionados con terrorismo, posesión ilícita de armas de fuego y blanqueo de capitales.
Un acuerdo firmado entre Panamá y Estados Unidos el 1 de julio de 2024, el mismo día de la toma de posesión del presidente José Raúl Mulino, contempla la repatriación aérea de migrantes irregulares que lleguen a Panamá, con los vuelos financiados por Estados Unidos. Desde la firma de este acuerdo, más de 40 vuelos de deportación y expulsión han sido realizados.
El gobierno panameño atribuye la caída del tránsito migratorio a varias medidas, como el cierre de caminos en la selva para habilitar un único “corredor humanitario”, la imposición de multas por ingresar de manera irregular al país, la temporada de lluvias en meses recientes y el programa de vuelos de deportación financiado por Estados Unidos.
El año pasado, Panamá cerró con 300,549 migrantes que llegaron tras cruzar el Darién, lo que representa una disminución del 41 % en comparación con la cifra récord de 511,103 de 2023, según las estadísticas oficiales citadas por el presidente Mulino en su rendición de cuentas ante el Parlamento el 2 de enero.
No obstante, la llegada de Donald Trump al poder en Estados Unidos y sus nuevas restricciones migratorias han provocado una disminución aún mayor en el flujo de migrantes hacia el norte, lo que ha dado paso a lo que se conoce como “flujo inverso”. Según Mulino, este flujo de migrantes de norte a sur ha aumentado, con más de 2,000 personas en movimiento que han ingresado a Panamá por la frontera con Costa Rica en febrero.

El ministro de Seguridad, Frank Ábrego, señaló recientemente en una entrevista con La Prensa que, entre noviembre de 2024 y febrero de 2025, un total de 2,877 migrantes han transitado por Panamá en su ruta del norte al sur.
De ellos, 391 permanecían hasta el 23 de febrero en la Estación Temporal de Recepción de Migrantes en Lajas Blancas, ubicada en la provincia de Darién. El 95 % de estos migrantes provienen de Venezuela, mientras que el resto es de nacionalidades colombiana, peruana, chilena y de otros países. La mayoría enfrenta una situación de vulnerabilidad, ya que no solo huyen de la crisis económica, sino también de la violencia y la persecución en sus países de origen.
El flujo migratorio sigue una ruta bien definida: los migrantes parten de Chiriquí hacia la ciudad de Panamá y luego se trasladan a estaciones de recepción en Darién, como Lajas Blancas o San Vicente. La ruta más accesible hacia Colombia es por mar, partiendo de la comarca Guna Yala. Los migrantes con los recursos para costear el viaje se trasladan a El Llano, en el distrito de Chepo, donde toman un transporte hacia el puerto de Cartí. Desde allí, las lanchas de las comunidades gunas los trasladan entre islas hasta llegar a Puerto Obaldía, en la frontera con Colombia.

Ábrego explicó que el gobierno ha diseñado un proceso estructurado para atender a los migrantes irregulares, especialmente a los venezolanos que ingresan sin los permisos correspondientes. Cuando se detecta a un migrante irregular, este es inmediatamente enviado a los campamentos, donde se les proporciona atención médica, alimentación y un lugar seguro para descansar. El objetivo de este protocolo, según el ministro, es ofrecer apoyo a los migrantes hasta que puedan continuar su viaje o regresar a su país de origen.
El gobierno panameño sigue ajustando sus políticas para equilibrar la ayuda humanitaria con la necesidad de controlar el flujo migratorio. A pesar de las dificultades logísticas y de seguridad, las autoridades panameñas dicen estar enfocadas en mitigar el sufrimiento humano de los migrantes atrapados entre fronteras y políticas migratorias restrictivas.