El Instituto Geográfico Nacional Tommy Guardia, erguido sin gran ostentación en la vía Transístmica, frente a la Universidad de Panamá, guarda en su interior un museo que parece sacado de un tiempo olvidado.
Durante años, sus paredes albergaron equipos obsoletos, destinados al descarte, pero que ahora, como fantasmas de una era remota, se exhiben con el propósito de contar la historia de cómo, en la década de 1950, los mapas comenzaron a tomar forma con el sudor de aquellos que soñaban con dibujar el país sobre el papel.
Este museo, una de las principales innovaciones del instituto, estuvo mucho tiempo condenado a guardar en silencio artefactos de una era de avances cartográficos que hoy parecen salidos de una novela de ciencia ficción.
Entre sus rincones, cámaras de alta precisión, que alguna vez surcaron los cielos a bordo de aviones de reconocimiento como el Cessna, siguen siendo testimonios de una tecnología que, aunque envejecida, aún susurra relatos de un Panamá de otros tiempos.
Las herramientas esenciales para elaborar mapas y modelos topográficos son ahora reliquias de una época en la que la precisión era un desafío constante. Estas herramientas, aunque ya reemplazadas por la tecnología digital, guardan en su memoria la historia de un país que, a través de ellas, fue trazando su identidad: sus montañas, sus costas, y la distancia entre sus recuerdos. Aunque muchos de estos equipos ya no se usan en la cartografía moderna, su valor histórico sigue siendo incuestionable, y algunos aún funcionan, preservando en su interior la historia cartográfica de Panamá.
Al recorrer el museo, los visitantes pueden sentir que atraviesan un portal temporal. Los códigos QR, como un hechizo moderno, permiten conectar el pasado con el presente, desvelando los secretos de cada artefacto. El sonido suave de los ventiladores y el zumbido de una máquina antigua parecen narrar los susurros de aquellos que trabajaron con estos instrumentos en los días previos al boom digital.
En sus exposiciones, se encuentran restituidores analógicos, dispositivos que realizaban reconstrucciones mediante medios ópticos y mecánicos con una precisión asombrosa. Entre estos, destaca una mesa de luz que data de los años 1970 a 1971, un vestigio de la era en la que cada trazo en el mapa era un esfuerzo monumental, donde el más mínimo error podía costar días de trabajo. El museo, que alberga actualmente 14 equipos, se erige como un testimonio de la dedicación y la precisión que definieron una época crucial para la cartografía y la geografía nacional.
José Jiménez, técnico de cartografía con 44 años de experiencia en la institución, se detiene frente a dos equipos y explica con nostalgia la función de estos artefactos: “tuve la suerte de utilizar todos los equipos que están aquí. Estaban ya para descarte. Bueno, ¿qué te digo? Por lo menos este equipo, no me acuerdo qué país del sur todavía lo utiliza, porque le hicieron una mantilla y se utiliza digitalmente. Pero bueno, aquí cada jefe en cada época toma decisiones, y uno, como técnico, tiene que ajustarse a lo que dicen ellos, no a lo que uno cree conveniente. Pero ese equipo es de primer orden. Y con ese equipo se hubiera podido seguir trabajando, pero las administraciones anteriores decidieron descartarlo para dar paso a la tecnología y ya quedó parte del museo”.
A través de sus palabras, se entiende que la tecnología no siempre avanza de manera recta y ordenada; a veces, el progreso exige sacrificios. Los viejos equipos que fueron relegados al olvido ahora se exhiben como testigos de una historia que se niega a desvanecerse. Jiménez, con el rostro arrugado por las décadas de trabajo, es quizás la última voz de una generación que vivió la transición de lo analógico a lo digital.
Sin embargo, el Instituto Geográfico Nacional Tommy Guardia no es solo un santuario de recuerdos. En los últimos años, el instituto ha sido escenario de una transformación significativa, gracias a la colaboración con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y un esfuerzo conjunto para modernizar tanto su infraestructura como sus procesos tecnológicos. Este proyecto, conocido como “Modernización Física y Tecnológica”, comenzó a gestarse entre 2020 y 2021, y su principal objetivo era renovar la infraestructura física del instituto, que antes se encontraba en condiciones precarias.
Así lo explicó el secretario general de la Autoridad Nacional de Tierras (Anati), Ángel Dávila, quien detalló que las instalaciones, que antes se encontraban deterioradas con techos que filtraban agua y áreas de madera, necesitaban un enfoque integral. En esta fase inicial, se trabajó en la reparación de las áreas más afectadas para crear un ambiente funcional y seguro, capaz de albergar el peso de la historia y de las innovaciones futuras.
La siguiente fase de la modernización incluyó la actualización tecnológica, vital para el instituto, que necesitaba incorporar herramientas avanzadas en sus procesos cartográficos y geográficos. A medida que se renovaban las instalaciones, también se reconfiguraban los espacios, dando cabida a nuevas áreas como el museo y las oficinas de fotogrametría.
Este proceso de modernización no solo revitaliza el instituto, sino que lo proyecta hacia el futuro, mientras mantiene viva la memoria de un pasado que, aunque se desvanezca, sigue siendo fundamental para entender el presente. Así, el museo no es solo un refugio de máquinas olvidadas; es el puente entre las generaciones que trazaron las primeras líneas de un país y las que seguirán construyendo las del futuro.
Antecedentes
- Los antecedentes del instituto se remontan al año 1946, con la creación de la Sección de Cartografía, la cual estaba adscrita al Ministerio de Obras Públicas. En 1954, pasó a llamarse Dirección de Cartografía.
- Mediante Decreto Ejecutivo No. 15, de 13 de febrero de 1967, se le otorga el nombre de “Instituto Cartográfico Tommy Guardia” (homenaje a Tomás Guardia hijo, primer director de la Dirección de Cartografía en 1954), al edificio que actualmente ocupan.
- Según Decreto Ley No. 8 de 30 de enero de 1969, adquiere su actual estatus y se crea el Instituto Geográfico Nacional “Tommy Guardia”.