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La migración inversa: el desafío de Panamá en el retorno de migrantes hacia Suramérica

La migración inversa: el desafío de Panamá en el retorno de migrantes hacia Suramérica
Migrantes caminando hacia la Estación Temporal de Recepción Migratoria, en Lajas Blancas enla provincia de Darién. EFE/Bienvenido Velasco

En un escenario cada vez más complejo,Panamá y Costa Rica se enfrentan a un creciente desafío humanitario. La migración irregular de norte a sur, impulsada por las políticas más restrictivas de Estados Unidos, ha dado paso a un fenómeno emergente: la migración inversa. Tras intentar cruzar la frontera norte, miles de migrantes ahora buscan regresar a sus países de origen en Suramérica.

Este nuevo flujo migratorio ha provocado que ambos países coordinen esfuerzos para garantizar que los migrantes sean atendidos adecuadamente.

El pasado 4 de marzo, los ministros de Seguridad de Panamá, Frank Ábrego, y de Costa Rica, Mario Zamora, se reunieron para acordar un operativo conjunto que, a través de albergues temporales, permita a los migrantes retomar su viaje hacia sus destinos finales.

“Este flujo ordenado protege los derechos humanos de los migrantes y evita su exposición a mafias”, destacó Abrego.

“Estamos trabajando de manera ardua y conjunta haciendo que en un bloque común enfrentemos un reto regional”, expresó Zamora, tras la reunión, celebrada en el puesto de Peñas Blancas, frontera entre Costa Rica y Nicaragua.

Zamora explicó que Ábrego fue “testigo de honor” del inicio de un operativo que tiene como fin recibir a los migrantes que ingresan desde Nicaragua para luego trasladarlos en autobuses hacia el Centro de Atención Temporal de Migrantes (Catem), en la localidad de Corredores, cerca de la frontera con Panamá.

“Hacemos un llamado a los países de Suramérica para facilitar y abrir las puertas en pro de este paso seguro. Todos tenemos que asumir nuestras responsabilidades y Costa Rica y Panamá lo estamos haciendo. Este flujo ordenado aleja a estas personas del manejo de las mafias migratorias”, comentó Zamora.

La ruta por Guna Yala

El tránsito de migrantes entre Panamá y Costa Rica abarca más de 1,400 kilómetros de carreteras y ha comenzado a reflejar las mismas tensiones que antes caracterizaban la migración hacia el norte. Sin embargo, a medida que las autoridades de ambos países trabajan a contrarreloj, la situación se complica aún más por la falta de infraestructura y recursos disponibles en las comunidades locales.

Una de las principales rutas utilizadas por los migrantes para llegar a Colombia es marítima, con salida desde puntos en Panamá como la comarca Guna Yala.

Sin embargo, un trágico naufragio ocurrido el 21 de febrero dejó al descubierto las vulnerabilidades de esta vía. Esta tragedia generó un aumento de las tensiones locales en la región, ya que las autoridades de Guna Yala han solicitado que el gobierno panameño se haga cargo de gestionar el regreso de los migrantes de manera más eficiente.

En Guna Yala, los residentes temen que el aumento de la migración pueda desbordar los limitados servicios e infraestructura de la zona. Las autoridades del Congreso General de Guna Yala, a través de un comunicado, pidieron al gobierno panameño una intervención organizada que garantice condiciones de seguridad y respeto hacia los migrantes, pero también hacia las comunidades que reciben a estos flujos masivos de personas. La situación, ya de por sí compleja, se agrava aún más por las difíciles condiciones de los migrantes que se encuentran varados en territorio panameño.

El Congreso General Guna Yala también solicitó a los miembros de la comunidad abstenerse a participar en actividades relacionadas con la migración inversa que se está presentando en su territorio.

La migración inversa: el desafío de Panamá en el retorno de migrantes hacia Suramérica
El último comunicado de prensa del Consejo General Guna Yala.

Uno de los puntos más críticos de este desplazamiento es el cruce de la selva del Darién, un territorio selvático y montañoso que constituye una de las rutas más peligrosas para los migrantes. Esta selva es conocida por sus riesgos, pues quienes se aventuran a atravesarla enfrentan peligros como animales salvajes, bandas criminales y enfermedades. En 2023, al menos 84 personas murieron en el intento de cruzar este inhóspito terreno, mientras que 55 más perdieron la vida en 2024. Si bien actualmente muchos migrantes están optando por rutas marítimas, el recuerdo de estas tragedias sigue presente en el imaginario colectivo de la región.

La migración inversa no es solo un reto para los migrantes, sino también para los países que deben manejar este flujo de personas sin que se desborden los recursos locales. Panamá y Costa Rica, con diferentes capacidades, están intentando dar respuesta a una crisis humanitaria que cada vez parece más difícil de manejar. Ambos países se enfrentan a un dilema: cómo equilibrar la ayuda humanitaria con las limitaciones de infraestructura y los recursos disponibles en las comunidades más afectadas.

La migración inversa: el desafío de Panamá en el retorno de migrantes hacia Suramérica
Migrantes venezolanos se suben a una embarcación en la isla Gardi Sugdub con destino a Colombia este martes, en la comarca Guna Yala. EFE/ Bienvenido Velasco

A pesar de los esfuerzos conjuntos, la situación sigue siendo incierta. Sin embargo, la cooperación entre ambos países es fundamental para encontrar soluciones sostenibles a este fenómeno migratorio. La migración inversa ha dejado claro que el flujo de migrantes no es un problema local, sino un desafío regional que requiere una respuesta unificada.



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