Mi viejo amigo el doctor en entomología Clyde Stephens, apasionado sobre la historia de las bananeras y autor de varios libros sobre ellas, me hizo llegar esta foto aérea, quizás la primera, tomada en 1929 por el primer vuelo de reconocimiento aéreo de las selvas del territorio del Chiriquí Viejo, hoy distrito de Barú, desde el avión piloteado por el teniente J. Bealsey, siendo el fotógrafo J. Dean. Son los inicios de Puerto Armuelles, sede de operaciones de la Chiriqui Land Company conocida por los chiricanos como la CLC, primera empresa agroindustrial del interior de Panamá. Se aprecia el primer muelle de cemento que derribaría el gran terremoto de julio de 1934. Atracado un vapor refrigerado de la Línea Blanca de United Fruit Co., cargando racimos de banano procedentes de las fincas tierra adentro, casi todas nombradas por árboles nativos.
Los bosques secos del Pacífico llegaban a las playas de Charco Azul. Cerca estaban las casas del barrio de trabajadores de “Silver City”. Detrás de ellas los techos de los grandes edificios del M&S, Materials and Supplies, con los talleres para locomotoras. A la derecha el Merchandise o Comisariato Central donde por barco llegaban los víveres y artículos extranjeros distribuidos luego a las fincas.
Las dos torres a la izquierda del Comisariato serían lo que hoy es el internet. Las primeras torres de comunicación inalámbricas que conectaban las sedes de la United Fruit en Boston, Nueva York y Nueva Orleans con las divisiones bananeras en el Caribe, centro y sur América. La primera transmisión inalámbrica se realizó en 1904 desde Bocas del Toro a Limón, Costa Rica. Estas torres de la Tropical Radio and Telegraph conectaban a Puerto Armuelles con los barcos mar afuera, con Puerto Barrios en Guatemala; Tela, Puerto Cortés y La Lima en Honduras; con Blue Fields en Nicaragua, Limón en Costa Rica, Santa Marta en Colombia y la estación Repetidora en Isla del Cisne, Honduras. Las comunicaciones con Cuba eran con La Habana y los ingenios en Banes y Preston. El padre de Fidel Castro cultivaba grandes cañaverales para la central Banes.
A la izquierda de las torres y atrás aparece el edificio de la Gerencia y más atrás el gran hospital donde nací yo. La otra innovación en transporte que aquí aparece es la pista aérea rodeaba a por el campo de golf. La casita que aparece entre La Gerencia y los Talleres, era la terminal aérea, debajo de cuyos arboles esperaban los pasajeros. Mi primer vuelo lo hice, en 1948 o 1949, en un DC3 de la Panamerican Airways procedente de Costa Rica, rumbo a David y a Panamá. Vagamente recuerdo que lo hice con mi mamá. No sé por qué me dio por correr a lo largo del pasillo del avión.
Detrás del hospital había una quebrada o crique donde comenzaba lo que sería el barrio de la Zona para los altos empleados. Muchas de estas casas aún se mantienen. No ubico el barrio de Panistón o Spanish Town para mandadores y empleados de oficina.
Antes de la CLC había llegado la gente del ingenio. Un día de verano de 1919 subía la marea por el río Chiriquí Viejo hasta la finca de Aurelio Moreno Moreno y Josefa Caballero, campesinos chiricanos expulsados de Alanje durante la guerra de los Mil Días. Eran mis abuelos maternos. Súbito escucharon risas, voces y cantos en un idioma extraño; eran unos gigantescos negros jamaicanos que a palanca subían una enorme barcaza de metal cargando una maquinaria extraña y mulas. Cenaron en el playón frente a la casa, dijeron que iban hasta donde llegase la marea y que trabajaban para la “Panamachuga”.
Era la Panama Sugar empresa de la iglesia mormona de Estados Unidos que, animada por los altos precios del azúcar durante la Primera Guerra Mundial, cuando la libra subió de 2 a 22 centavos, y una concesión en tierras le otorgase el presidente Rodolfo Chiari, se instalaron en el sitio que llamaron Progreso. Sembraron caña, construyeron un ingenio y una angosta línea férrea hasta la mar en la boca de la quebrada Rabo de Puerco, hoy Puerto Armuelles, cuyo único habitante era Julio Serna, un negro colombiano ermitaño amigo de mi abuelo.
La primera y única zafra de la “Panamachuga” fueron 10,000 quintales pues al terminar el conflicto se desató la gran depresión económica mundial y la libra de azúcar volvió a caer a 2 centavos. Sus bienes los compró la United Fruit que creó la Chiriqui Land Co. Ella compró las tierras a todos los campesinos, tituladas o no. Casi todos vendieron. A mi abuelo lo tentaron tres veces, pero él les dijo a los jóvenes ingenieros “Bueno muchachos no les voy a vender pues la plata se acaba, pero la tierra queda”.
Chiriquí en el Siglo XX se entiende debido al papel de la bananera. Al inicio fue difícil conseguir mano de obra, pues, por tradición, los chiricanos eran vaqueros. Se requerían macheteros, hacheros y paleros. Así arribaron los salvadoreños, hondureños, nicaragüenses, ticos y jamaicanos. Posteriormente lo harían los campesinos latinos y los guaimíes o Ngäbe.
Las bananeras fueron la mayor fuente de ingresos de la provincia. Pero el cierre de las bananeras por un sindicalismo radicalizado hizo emigrar a cientos de familias y asestaría el peor golpe que sufrió la economía chiricana en el siglo XX.
El autor es antropólogo.