Las provincias de Herrera y Los Santos siguen enfrentando serias dificultades en el suministro de agua potable debido a la contaminación del río La Villa, fuente principal para dos de las plantas potabilizadoras más importantes de la región de Azuero. Como consecuencia, en varias comunidades se distribuye agua no apta para el consumo humano, lo que ha obligado a muchas familias a hervirla antes de utilizarla.
La causa de esta crisis, que no tiene una solución a corto plazo, es un cóctel tóxico compuesto por heces humanas, residuos porcinos y agroquímicos provenientes de actividades agrícolas en zonas cercanas al afluente.
Así lo explicó el ministro de Salud, Fernando Boyd Galindo, durante su intervención ante la Comisión de Presupuesto de la Asamblea Nacional, donde fue consultado sobre la situación sanitaria en estas provincias.
Boyd Galindo precisó que el Ministerio de Salud (Minsa) cuenta con reportes microbiológicos que confirman la presencia de contaminantes originados por actividades humanas, porcinas y agrícolas. “Tendremos que abordar este problema, pero no será a corto plazo”, advirtió el ministro, reconociendo la complejidad del escenario ambiental y sanitario que enfrentan ambas provincias.
El impacto de esta contaminación no es un hecho aislado ni reciente. Expertos aseguran que se trata de una crisis acumulada a lo largo de años, provocada por factores estructurales ignorados por sucesivos gobiernos.
El biólogo Isaías Ramos, del Centro de Incidencia Ambiental (CIAM), durante su intervención en el programa Radar el pasado domingo 15 de junio, afirmó que el deterioro en la cuenca del río La Villa, fuente esencial para la región de Azuero, es el resultado de décadas de malas prácticas ambientales, combinadas con la falta de supervisión estatal.
“Más del 80 % de la cobertura boscosa en áreas como El Montuoso se ha perdido. Esto no es casual. Se mantiene un modelo agroindustrial insostenible y una total ausencia de vigilancia por parte del Estado”, señaló.
El biólogo también alertó sobre el uso continuado de agroquímicos altamente peligrosos, algunos de ellos prohibidos a nivel internacional por sus efectos cancerígenos. “Es una combinación de elementos tóxicos que, al mezclarse, exponen a las comunidades a una alta vulnerabilidad hídrica y sanitaria”, añadió.
La situación pone en evidencia un sistema de gestión del recurso hídrico que, según ambientalistas, favorece la producción a gran escala sin tomar en cuenta el impacto ambiental y humano. A esto se suma una débil institucionalidad ambiental que no ha logrado contener la degradación de ecosistemas clave como el del río La Villa.
“Esto no puede quedar sepultado como ha ocurrido en ocasiones anteriores. La situación requiere atención real, compromiso institucional y transformaciones urgentes en la forma en que gestionamos nuestro territorio y protegemos las fuentes de agua”, subrayó.
Mientras tanto, la población de Herrera y Los Santos sigue recibiendo agua de calidad deficiente, con indicaciones claras de que no es apta para beber sin ser hervida, una realidad que se suma a las múltiples carencias que ya enfrentan muchas comunidades rurales.
La crisis del río La Villa vuelve a ocupar titulares, pero para muchos en la región, el temor es que nuevamente la atención mediática desaparezca sin acciones concretas.
Funcionarios del Ministerio de Ambiente (Miambiente), Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA), Minsa y otras instituciones recorrieron la semana pasada fincas, barriadas y diversas áreas para controlar la contaminación en los ríos La Villa y Estibaná.