La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) han clasificado a Panamá y a la región de Espírito Santo, en Brasil, en nivel de alerta 2. Esta alerta resalta la necesidad de intensificar las medidas de prevención ante la propagación del virus oropouche, que ha generado preocupación en la comunidad científica y de salud pública en Panamá.
En la reciente jornada de capacitación en la Ciudad de la Salud, expertos nacionales e internacionales discutieron el impacto del virus, su vinculación con el cambio climático y las estrategias necesarias para su control.
José Antonio Suárez, ciéntifico del Sistema Nacional de Investigación de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y miembro del grupo Infecto Trópico, señaló que la presencia del virus en áreas como San Miguelito, Chilibre y Bejuco indica que tanto el mosquito vector como los reservorios del virus han estado activos durante un tiempo. Desde noviembre, el número de casos ha aumentado, especialmente en Darién y otras zonas del país.
El brote del virus Oropouche en Panamá sigue en aumento, con 154 casos confirmados hasta el 15 de febrero de 2025, según el Departamento de Epidemiología del Ministerio de Salud (Minsa). La mayoría de los contagios corresponde a residentes de Darién o a personas con historial de viaje reciente a esta provincia.
Laura Naranjo, directora científica de proyectos de Infecto Trópico, destacó que la deforestación, el urbanismo y las migraciones están favoreciendo la expansión de enfermedades transmitidas por vectores. Señaló que el cambio climático no solo afecta el entorno, sino también el comportamiento de los virus y sus vectores, lo que dificulta predecir cómo evolucionará la situación.

Uno de los principales desafíos es la identificación temprana de los síntomas de la fiebre de oropouche, que incluyen fiebre, dolor de cabeza, mialgia y, en algunos casos, complicaciones neurológicas. Suárez explicó que la enfermedad presenta un patrón bifásico, lo que puede dificultar su diagnóstico. “No existe un tratamiento antiviral específico, por lo que la atención debe centrarse en el manejo sintomático y en la prevención de complicaciones”, afirmó.
Además, se enfatizó la importancia de fortalecer las estrategias de salud pública, como campañas de sensibilización y control de los mosquitos vectores.
Paula Duarte, coordinadora de Gestión por Procesos en la Ciudad de la Salud, subrayó la importancia de empoderar a la comunidad con información confiable para contener la propagación del virus.
La vigilancia epidemiológica y la colaboración entre las autoridades sanitarias, investigadores y la comunidad son claves para enfrentar la propagación del virus oropouche en Panamá. Con el cambio climático como factor determinante, el país debe mantener la alerta y reforzar las medidas de prevención para mitigar su impacto, subrayó.
La fiebre oropouche ha resurgido en Panamá después de más de 30 años desde su última detección. En noviembre de 2024, se reportó el primer caso en un hombre de 31 años. Aunque no se consideró motivo de alarma en su momento, las autoridades y los expertos en salud han advertido sobre los riesgos que representa el virus, especialmente para las mujeres embarazadas, ya que podría estar vinculado con la muerte fetal y el desarrollo de anomalías congénitas.
Es importante destacar que el 24 de agosto de 1989, el laboratorio del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud investigó un brote de fiebre oropouche en la comunidad de Bejuco, en Chame, donde se reportaron síntomas similares al dengue. Tras analizar muestras de suero de tres pacientes, se confirmó la presencia del virus. En total, el Gorgas procesó 191 muestras de Bejuco y del área metropolitana, de las cuales 14 resultaron positivas al virus.
La fiebre oropouche es una infección febril transmitida por la picadura de loslos mosquitos Culicoides y Culex (conocidos como “jején”).
Aunque los brotes de esta enfermedad han sido más frecuentes en la región de la Cuenca Amazónica, la OPS emitió en febrero de 2024 una “Alerta Epidemiológica: oropouche en la Región de las Américas”, debido al aumento de los casos. Los contagios han sido reportados en Brasil, Bolivia, Perú, Cuba y Colombia.