El Centro de Innovación en Vacunas y Biofármacos (Crivb-AIP), una iniciativa que nació en plena pandemia de la covid-19, comienza a concretarse en la Ciudad del Saber, donde ya se conforma el equipo científico que liderará este ambicioso proyecto, con la mira puesta en convertirlo en un referente regional para América Latina.
La primera fase del proyecto, cuya inauguración se espera entre finales de junio y principios de julio —una vez arriben los equipos solicitados—, ha requerido una inversión aproximada de 10 millones de dólares.
Así lo informó Paulina Franceschi, directora interina del Crivb-AIP, en entrevista con La Prensa. Detalló que esta etapa inicial incluirá laboratorios especializados para trabajar con nuevas plataformas de vacunas, como las basadas en ARN mensajero (ARNm), así como con fármacos monoclonales y proteínas recombinantes. El objetivo es claro: desarrollar vacunas con mayor rapidez y eficacia.
La segunda fase contempla la producción a escala de vacunas y biofármacos. Para hacerla realidad, la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt) está gestionando apoyo internacional, dado que el establecimiento de una planta de manufactura implicaría una inversión estimada de 50 millones de dólares.
Entre las líneas de trabajo que ya se perfilan, Franceschi destacó la producción de antisuero contra el veneno de escorpión, un proyecto desarrollado en consorcio con la Universidad de Panamá y el equipo de la doctora Ildaura Patiño, quien ha logrado avances significativos en esta área. “Estamos en un punto en el que ya se puede pensar en la manufactura de un suero que evite muertes por picaduras de escorpiones y mordeduras de serpientes, algo que ocurre con frecuencia en Panamá”, afirmó.
Además, se proyecta una línea de investigación sobre arbovirus, impulsada por la incorporación de un investigador de trayectoria internacional, especializado principalmente en enfermedades respiratorias. Igualmente, se contempla el desarrollo de vacunas contra el dengue, para lo cual el centro evalúa la contratación de un especialista con experiencia en este campo.

“En general, buscamos ofrecer respuestas científicas a enfermedades infecciosas emergentes, priorizando aquellas con mayor impacto en la salud pública del país”, señaló Franceschi.
Vacunación como inversión inteligente
Franceschi subrayó que invertir en vacunas no solo es una estrategia de salud, sino también una medida económica altamente costoefectiva. Según estudios internacionales, por cada dólar invertido en programas de vacunación, el Estado puede ahorrar hasta 52 dólares en gastos relacionados con el tratamiento de enfermedades, hospitalizaciones, pérdida de productividad y carga sobre la seguridad social.
“Esto tiene un peso enorme para países como Panamá, donde los recursos públicos son limitados y el crecimiento económico puede ser variable. Apostar por la prevención, en lugar de enfocarse únicamente en el tratamiento, permite al Estado liberar fondos que pueden ser destinados a otras áreas prioritarias, como la educación, la infraestructura o el fortalecimiento del sistema sanitario”, argumentó.
Franceschi también indicó que, a nivel global, el sector salud será uno de los que más crecerá en inversión durante las próximas dos décadas. “Cuando se observa el panorama macroeconómico, el área que más aumentará su inversión es la salud, particularmente la farmacéutica, debido al envejecimiento poblacional y al incremento de enfermedades crónicas y degenerativas”, explicó.

A su juicio, esto representa una gran oportunidad para países como Panamá, no solo por su potencial para atraer inversión, sino por la generación de empleo de calidad. “Proyectos como este pueden abrir nuevas puertas a profesionales formados en química, física, biología o informática. Las ciencias básicas, que a veces enfrentan barreras para insertarse laboralmente, pueden encontrar aquí un espacio real de desarrollo”, subrayó.
Añadió que, al ampliar la cobertura y el acceso a vacunas, el impacto sería aún mayor: “Reduciríamos la carga de enfermedad, mejoraríamos la calidad de vida de la población y tendríamos una sociedad más productiva y saludable a largo plazo. Invertir en vacunas no es solo una decisión de salud, sino una estrategia inteligente de desarrollo”, concluyó.
Del Pacto del Bicentenario al liderazgo científico
La llegada de Franceschi al CRIVB-AIP se da tras su rol como coordinadora nacional del Pacto del Bicentenario “Cerrando Brechas”, uno de los ejercicios de participación ciudadana más significativos en la historia reciente del país. Para ella, aunque se trata de un cambio de escenario —del ámbito social y político al científico—, ambos roles están unidos por un mismo propósito: contribuir al desarrollo del país desde una visión centrada en las personas.
“Creo firmemente que el desarrollo nace desde la gente, no solo desde arriba con políticas públicas. Es la ciudadanía la que debe transformarse, aprender y hacer las cosas de manera distinta”, expresó.
Este nuevo cargo también representa una reconexión con sus raíces académicas. Franceschi es doctora en Microbiología por la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos, y cuenta con más de 20 años de experiencia en el ámbito internacional, enfocada en desarrollo humano, educación superior e investigación social. Su carrera se ha caracterizado por la gestión de proyectos de gran escala, incluidos los informes de desarrollo humano, así como por su compromiso con la innovación y el bienestar colectivo.
Además, su trayectoria incluye cargos diplomáticos de alto nivel: en 2014 fue nombrada embajadora adjunta de Panamá ante las Naciones Unidas en Nueva York y, en 2015, embajadora en Austria y representante permanente ante las organizaciones internacionales en Viena.
El Crivb-AIP cuenta con el respaldo de instituciones clave del ecosistema científico panameño, como la Fundación Ciudad del Saber, el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud y el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat-AIP).
A nivel internacional, ha establecido alianzas estratégicas para potenciar sus capacidades. Un memorando de entendimiento firmado entre Senacyt, el Instituto Internacional de Vacunas (IVI) de Corea y el Baylor College of Medicine, en Texas, Estados Unidos, marca el inicio de una colaboración enfocada en fortalecer las capacidades científicas y productivas en materia de vacunas y biofármacos, tanto en Panamá como en América Latina.

Además, el 30 de abril de 2025, la Senacyt y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) firmaron un Acuerdo Marco de Cooperación Técnica, con el objetivo de fortalecer la investigación y la innovación en salud pública, biomedicina y biotecnología en la región.
Este acuerdo busca coordinar acciones para mejorar la vigilancia epidemiológica, capacitar a profesionales en biotecnología y salud, y promover el acceso equitativo a vacunas. Jarbas Barbosa, director de la OPS, y el Eduardo Ortega Barría, secretario nacional de la Senacyt, firmaron el acuerdo, destacando su importancia para enfrentar los desafíos sanitarios globales y mejorar la preparación ante futuras pandemias.
“El presente acuerdo cobra especial relevancia tras las lecciones dejadas por la pandemia de covid-19. A través de esta colaboración, trabajaremos de manera coordinada para generar conocimiento científico, formar talento humano altamente calificado y fomentar proyectos estratégicos que atiendan prioridades concretas de nuestra región”, comentó Ortega Barría.
Por su parte, Barbosa destacó la importancia de diversificar la producción de tecnologías de salud y de fortalecer los sistemas de salud para garantizar un acceso equitativo en las Américas.
Con estas alianzas y una visión clara, el Crivb-AIP avanza para convertirse en un eje de innovación, ciencia y salud pública en la región.