‘Estrés hídrico’ en los manglares de la bahía de Panamá y Chame por el fenómeno de El Niño

‘Estrés hídrico’ en los manglares de la bahía de Panamá y Chame por el fenómeno de El Niño
El humedal bahía de Panamá abarca 85 mil 664 hectáreas, de las que 45 mil 960 integran la superficie marina de la bahía de Panamá. Archivo


Los resultados de los estudios realizados en los manglares de la bahía de Panamá y Chame evidencian que el impacto del cambio climático aún no se manifiesta. Sin embargo, el “estrés hídrico”, la demanda de agua es más alta que la cantidad disponible, provocado por el fenómeno de El Niño, impacta el área manglar.

El proyecto de investigación Manglares centinelas del cambio climático: monitoreo, vulnerabilidad y resiliencia de los ecosistemas marino-costeros en las bahías de Panamá y Chame, elaborado por un equipo multidisciplinario de la Universidad de Panamá (UP), la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología, la Universidad de las Américas, entre otras, ha permitido encontrar las zonas afectadas de forma irresponsable.

‘Estrés hídrico’ en los manglares de la bahía de Panamá y Chame por el fenómeno de El Niño
El equipo de investigadores del proyecto de manglares. Cortesía/Senacyt

Alberto Caballero, hidrogeofísico de la UP, explicó que las zonas afectadas en estos manglares corresponden a estratos (capas en que se presentan divididos los sedimentos), de 10 a 20 años atrás, debido a que la erosión de los suelos río arriba trae materiales diversos, mezclados con restos de suelos desnudados en la zona alta de cada río, y estos últimos se acumulan en la zona de manglares, con impactos aún no determinados.

En ese sentido, especificó que los materiales de erosión que afectan al manglar de la bahía de Panamá muy probablemente se originan en los proyectos urbanísticos que se llevan a cabo cercanos a la zona alta del río Juan Díaz.

El hidrofísico indicó que además de los manglares de Juan Díaz y Chame analizaron la situación del manglar de Penonomé, encontrando que la presión humana sí afecta la zona de este manglar. No obstante, esta situación es centenaria, en la que el manglar se recupera cuando no se realizan actividades agroindustriales tradicionales.

La hipótesis del grupo de investigadores es que, a medida que avance el nivel del mar y la intrusión salina en algunas zonas debido al aumento de la salinidad, se verían afectadas. Aún en los estuarios de los ríos, es necesario el balance agua dulce-agua salada, es fundamental, agregó.

La realidad de los manglares del país es complicada, puesto que, con relación a las normas o reglamentos técnicos ambientales, es evidente que no se cuenta con las normas que consideren cumplir con la calidad de agua y del suelo que debería regir para agua y sedimentos en manglares.

Además, los laboratorios nacionales no cuentan con los insumos, ni la metodología para acreditar y certificar los valores referencia de metales, plaguicidas u otros contaminantes dentro o fuera de la norma (de Canadá o la Unión Europea).

Dos manglares influenciados por un golfo

La jefa del Departamento de Capacidades al Investigador de la Senacyt, Luz Graciela Cruz, señaló que, a pesar de que la bahía de Panamá y Chame están influenciadas por el golfo de Panamá, las dinámicas internas son diferentes.

Detalló que la bahía de Panamá es un cuerpo de agua abierto con ríos que aportan gran cantidad de sedimentos y desechos sólidos. La acumulación de sedimentos ha incrementado la línea de costa hasta 500 metros en los últimos 20 años.

El humedal bahía de Panamá abarca 85 mil 664 hectáreas, de las que 39 mil 703 corresponden a superficie terrestre, mientras que 45 mil 960 integran la superficie marina de la bahía de Panamá. Es una de las áreas protegidas más importantes de la provincia de Panamá.

‘Estrés hídrico’ en los manglares de la bahía de Panamá y Chame por el fenómeno de El Niño
El desarrollo humano y el cambio de uso del suelo tienen un impacto directo en la vida de los manglares. Cortesía

Mientras que la bahía de Chame es un cuerpo de agua semicerrado con un sistema de canales de baja profundidad que recibe aportes de ríos y quebradas con baja sedimentación. Consideró que el desarrollo de los manglares de Chame ha tenido menos influencia de la mano del hombre, es decir, y cuenta con uno de los ecosistemas de manglar mejor conservados del Pacífico.

El Área de Uso Múltiple Manglares de la Bahía de Chame tiene una extensión de más de 8 mil hectáreas, según datos del Ministerio Ambiente.

‘Estrés hídrico’ en los manglares de la bahía de Panamá y Chame por el fenómeno de El Niño

Los manglares de Panamá y Chame fueron seleccionados porque durante el fenómeno de El Niño del 2016-2017 se observó una gran mortalidad de manglares en la bahía de Panamá; de allí se integró el grupo multidisciplinario.

El segundo sitio, Chame, fue escogido basado en el análisis del anuncio de la ocurrencia del fenómeno de La Niña (2021-2022) y posteriormente El Niño (2023). En estos manglares de Chame, donde no fue reportado ningún tipo de perturbación entre los años 2016-2017.

Este proyecto de investigación se inició en el 2022 y esta previsto que finalice a mediados de este año y tiene un costo de al menos 200 mil dólares.

Los científicos también tienen previsto conocer la estructura y dinámica de los manglares, la variabilidad de la costa a través del uso de imágenes, estudio de la hidrodinámica y calidad de sedimentos marinos en Chame y Panamá.

De hecho, estudios previos indican que las potenciales causas de afectación están asociadas a la prolongada sequía causada por el fenómeno de El Niño en la época seca 2016 (de mediados de diciembre a mayo), pues los árboles muertos eran todos de más o menos la misma edad (cohorte) y diámetro, y en su mayoría de la especie mangle negro Aviccenia germinans.

Cruz sostuvo que realizan un exhaustivo análisis de la dinámica marino-costera, así como la evaluación de indicadores relacionados con el cambio climático, tales como el aumento de la temperatura y la acidificación del mar, la pérdida de manglares y el incremento del nivel del mar, entre otros aspectos relevantes.

Panamá tiene sitios Ramsar o humedales de importancia internacional en la bahía de Panamá, el golfo de Montijo en la provincia de Veraguas, San San-Pond Sak en Bocas del Toro, Punta Patiño en Darién y Damani Guariviara, en la comarca Ngäbe Buglé. En el país también se encuentra uno de los cuatro centros a nivel mundial que apoya la implementación de la Convención Ramsar.

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